Redacción Quito
En el segundo piso de un albergue, en el norte de Quito, Marlon de Almeida aún conserva la esperanza de recuperar alguna de sus pertenencias.
El joven brasileño llegó a Quito el pasado 18 de junio. Ese mismo día, mientras escribía un correo a su familia, fue asaltado en un cibercafé, ubicado entre las calles Guayaquil y Manabí, en el Centro Histórico de Quito.
Una guía de consejos
Vigile sus pertenencias cuando transite por la calle o utilice el transporte público. Guarde sus documentos, joyas y dinero en cajas de seguridad de los hoteles.
Para mayor seguridad procure tomar un taxi durante sus traslados en la ciudad, especialmente en la noche.
Si usted es un turista y es víctima de un delito comuníquese al número 254 3983 o al 101.Un hombre de tez trigueña y cabello oscuro, con traje formal, se acercó a De Almeida y le advirtió que tenía una mancha en un costado de su ropa.
Cuando el brasileño bajó la mirada buscando la mancha, el sospechoso aprovechó el descuido del extranjero para robarle la maleta roja en la que llevaba todas sus pertenencias.
Ahí empezó el periplo judicial del brasileño. La directora del Servicio de Seguridad Turística de la Policía, la coronel Ivonne Daza, afirma que lo sucedido a De Almeida es uno de los métodos más comunes utilizados por los ‘mostaceros’ (con mostaza o vinagre manchan la ropa de las víctimas).
En esa unidad de la Policía se registran 530 casos de delitos contra extranjeros solo en el primer semestre de este año. Las denuncias se incrementaron en un 33% en un año. Pasaron de 940, en 2007, a 1 437 del año pasado.
El joven profesor brasileño nunca se imaginó que luego de visitar siete países de Sudamérica iba a perder todas sus pertenencias en el primer día que visitaba Quito. Hace tres meses salió de su natal Morro Agudo, en Brasil, con el objetivo de recorrer todos los países del sur del continente. “Casi el 80% del viaje lo hice ‘jalando dedo’ en la carretera y no pasó nada”.
En el trayecto, el brasileño llenó tres cuadernos con anotaciones de las experiencias de cada pueblo y ciudad que visitó. “Esos manuscritos iban a servir para escribir un libro”.
Luego del atraco, De Almeida salió a la calle con la idea de buscar un policía que lo ayudara a capturar al sospechoso. Pero -dice con preocupación- tuvo poca atención de los uniformados que patrullaban la zona. “Estaba desesperado. Me hacían un montón de preguntas en vez de buscar al ladrón”.
La insistencia del turista movilizó a un motorizado a que diera una vuelta por el sector, pero no hubo resultados. Luego De Almeida fue trasladado hasta la unidad de Seguridad Turística, en La Mariscal, donde formalizó la denuncia.
Según el tipo de delito, los casos son remitidos a la Fiscalía o a las comisarías. En estas últimas se tramitan solo los robos que no superen los USD 650. Según el fiscal de turismo, Bormman Peñaherrera, con la aplicación de la reforma del Código Penal, el pasado 24 de marzo, el número de casos conocidos por la Fiscalía bajó de 40 a 4 denuncias por semana. El funcionario afirma que hasta la fecha no existe ningún caso con sentencia por delitos contra turistas.
Peñaherrera atribuye este hecho a la poca agilidad en los procesos judiciales y la corta permanencia de los turistas en el país. Cámaras de fotos y de video, dinero, tarjetas de crédito y documentos son los objetos más apetecidos por los delincuentes.
La esperanza del brasileño por recuperar sus cosas decayeron cuando el policía que lo acompañó a la PJ le aclaró que es imposible que se resuelva el caso.
Entonces decidió acudir a la Embajada brasileña para tramitar un salvoconducto que le permita permanecer unos días en el país hasta resolver su situación.
Déborah Salazar, agente de viajes, dice que estas situaciones generan una pésima imagen del país en el extranjero. “Esto afecta al flujo de visitantes al país”.
Mientras esperaba por el salvoconducto, De Almeida salió a limpiar vidrios de autos en las esquinas para ganar algo de dinero que le permita continuar con su viaje. El miércoles 24 de junio, fue asaltado nuevamente.