Si se tratara de hacer una corta lista de los ibarreños más destacados del último medio siglo, sin duda allí estaría Roberto Morales Almeida. En realidad nació en el Carchi pero, más que nadie él se ganó el título de “ibarreño ad honórem”.
Fue maestro, hombre público, periodista e historiador. Y en todas esas dimensiones de su vida se destacó. Sus exalumnos, especialmente los del Colegio Nacional Teodoro Gómez de la Torre, donde ejerció la cátedra por muchos años y el rectorado por varios períodos, lo recuerdan como un profesor brillante y dedicado, que ponía los valores por delante.
Desde su juventud se comprometió con el nacionalismo, y participó en las contiendas políticas con pasión y frontalidad, pero al mismo tiempo con lealtad a la gente, incluso a sus adversarios de izquierda, que siempre lo apreciaron su seriedad y talento. Fue diputado por Imbabura y ejerció esa función con brillantez en los agitados años sesenta.
Desde los primeros años de la Sociedad Cardijn, fundada por el entonces joven sacerdote Leonidas Proaño, se convirtió en uno de sus más asiduos colaboradores. Fue por más de 50 años redactor del diario La Verdad, fundado por Proaño en 1944. Escribió crónica, columnas sobre la vida local y, sobre todo, los editoriales del diario que, desgraciadamente, suspendió su edición hace un tiempo. Fue siempre leal a la persona y a la obra del gran obispo ibarreño.
Fue activo miembro de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo de Imbabura, en la que participó con aportes literarios e históricos. Fue, por ejemplo, un gran promotor de la novela “Plata y bronce” de Fernando Chávez, pionera del relato indigenista. Estudió la historia de la Literatura, la Educación y el Periodismo de Imbabura. Investigó sobre la batalla de Ibarra, especialmente sobre la acción de Simón Bolívar y Agustín Agualongo. Se empeñó a rescatar la memoria de imbabureños notables como Calixto Miranda y Suárez, Pedro Moncayo y Teodoro Gómez de la Torre .
Cofundador de la Sociedad Cultural “Amigos de Ibarra”, asumió la responsabilidad de editar la “Monografía de Ibarra”. Con gran esfuerzo, calidad académica y persistencia logró publicar siete volúmenes, la obra de mayor envergadura sobre la ciudad. Queda pendiente la edición de su último tomo que, por pedido de los Amigos de Ibarra, asumiré como homenaje a la memoria de Roberto.
Hace ya varios años, la Academia Nacional de Historia había elegido a Roberto Morales como su miembro correspondiente y luego de número. Hace poco resolvió designarlo miembro honorario y para ello se había planificado un acto especial en la Ibarra. Con su lamentada muerte, ese acto se convertirá en homenaje póstumo al gran historiador educador y luchador de la prensa.