¿REVOLUCIÓN SANITARIA?
Guillermo Wagner Cevallos
La carta a EL COMERCIO sobre “la revolución sanitaria” pone en evidencia el desconocimiento de su autor sobre las acciones de gobiernos anteriores en beneficio de la salud pública, tales como el presupuesto del 2007, que fortificado con los fondos Cereps, se incrementó a USD 850 millones y que incluyó las 4.700 nuevas plazas de trabajo de las que él se ufana en atribuir al Gobierno actual.
Menor aún es su transparencia cuando se sabe que la mayoría de médicos y empleados trabajan por contrato, condición que los somete a presiones políticas para renovar sus contratos.
El monto de la inversión en salud ha sido inmenso gracias a la disposición de recursos que se deben agradecer a quien modificó la Ley de Hidrocarburos que también le correspondió al gobierno del Dr. Palacio.
Erróneamente presenta a la salud en Chile como ejemplo ignorando que su progreso se debe al (AUGE) Aseguramiento Universal de Garantías Explícitas, sistema echado al cesto por Senplades, pero que en Chile ha determinado Gratuidad Universal para todos los chilenos con cobertura a un número creciente de enfermedades el que han ido incrementándose paulatinamente. El auge es el mayor crédito de Michelle Bachelet y gracias a él, entre otros, tiene ahora la aceptación del 90% de sus conciudadanos. Tal es así que todos los actuales candidatos a la presidencia prometen continuarlo.
Causa hilaridad haber observado la inauguración pomposa del Hospital de Santa Elena, bautizado Liborio Panchana, la ampliación y remodelación del Hospital de Infectología de Guayaquil y muchas otras obras planificados, financiados, e iniciados en el Gobierno anterior y hoy atribuidas a los que están de paso.
Penosamente este ciudadano escribe que debido a la ineficacia burocrática no pueden usar los implementos de última generación, evidenciando el desprecio por los funcionarios de carrera del MSP y transparentando la falta de planificación en la precipitación compulsiva de compra en función del eterno decreto de emergencia con liberalidades excesivas.
Es de celebrar que se invierta en salud pero no se debe magnificar disminuyendo el esfuerzo pasado de ministros que, a pesar de desempeñarse con escuálidos fondos, lo hicieron con cuidadosa planificación y pulcritud digna de imitar. Con mayor razón los que pertenecieron a un Gobierno que dejó fondos para la Transformación del sistema y del aseguramiento Universal de Salud, que hoy después de décadas de lucha empieza a triunfar en Estados Unidos.