Sobre un reto para El Comercio

Eduardo Jiménez E.

El señor Galo Enrique Cevallos,  en carta del 7 de enero, ha retado a que EL COMERCIO dedique sus páginas a cubrir más el arte ecuatoriano que lo que él llama tema desgastado: la libertad de expresión.

Empieza por decir: "La pregunta que me asalta es: libertad de quiénes y para qué"; lo que estremece el concepto de libertad, pues esta no es dable, no se puede conceder.

Ya no estamos en tiempos feudales ni de esclavitud cuando unos pocos controlaban a unos muchos. La humanidad reconoce los derechos humanos fundamentales y; el segundo, después del derecho a la vida, es  que todo hombre nace libre sin que nadie le "dé" libertad.

Es inherente a la condición humana. Por tanto, la pregunta es inaceptable, pues la libertad es de todos. No  depende en qué se usará para ver si se la concede.

Claro que la práctica de esa y cualquier otra libertad debe ser responsable y conllevar consecuencias.

Si algún periodista en abuso de su libertad de expresión falta a la verdad y se comprueba su falta, debe sufrir las consecuencias de su irresponsabilidad. Pero de ahí a pretender controlar a todos para evitar abusos hay un mundo de distancia.

Luego dice: "Una frase resume la idea: no es difícil alcanzar la libertad, sino saber qué se hace con ella cuando se la alcanza"; lo cual es el mismo error de creer que alguien tiene que dárnosla. Pero estoy de acuerdo en que hay que saber que se hace en uso de nuestra libertad, para poder mantenerla.

No tiene sentido alegar que la defensa de las libertades humanas es un tema desgastado y que hay que voltear nuestra mirada a otros temas como el muy importante artístico, pues el efecto de callar ahora será devastador en el futuro. Dijo Benjamín Franklin: “Quien sacrifica un poco de libertad para obtener algo de paz, no merece ni libertad ni paz”.

Sobre un artículo de Carlos Larreátegui
Catón Villacreces Jácome

El doctor Carlos Larreátegui, rector de la Universidad Latinoamericana (sic), escribe en su columna del 2010-01-07- su opinión, muy respetable por cierto, de lo expresado por el Presidente  en su libro “Ecuador: de Banana República a la No República”, pero reclama desde el principio porque “...no propone un esquema alternativo ni traza las coordenadas reales de la revolución ciudadana”; si eso buscaba el rector no debía leer todo el libro, porque no atendió o no entendió lo que claramente decía su autor, desde el comienzo mismo, desde su prólogo, pág. 11, explícitamente plantea que su obra es: “...una recopilación de artículos académicos escritos entre 1993 y 2005”, es decir, hace un corte de su obra hasta “el 21 de abril de 2005, cuando fui nombrado Ministro de Economía y Finanzas...”.

¿De qué “revolución ciudadana” quiere Larreátegui que hable su autor, si todavía no existía la misma?   Por eso anda tan mal nuestra Universidad, especialmente en investigación; no solo que no se investiga, sino porque ni siquiera se sospecha qué cosa es una investigación.   Con toda razón se justifica una Ley de Educación Superior que la optimice en todo sentido. 

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