Entre los problemas que afronta la ciudad de Quito, uno de los más graves es la congestión vehicular, que crece día a día.
El parque automotor de esta urbe tiene 414 000 unidades y se incrementa en 40 000 cada año, según estadísticas de las autoridades pertinentes.
Mientras tanto, poco o nada se ha hecho en lo que respecta a construcción de vías en el área conflictiva, ampliación y mejoramiento de las existentes.
En algunos casos el propio Municipio más bien ha agravado el problema.
Por ejemplo, en la avenida Napo hace algunos años se redujo el ancho de las calzadas destinadas para automóviles, buses y transporte pesado y se destinó el corredor central para transporte colectivo; construyeron casetas para “paradas” de buses articulados pero no funciona.
Resultado: mayor embotellamiento en dicho sector.
Otro caso: sigue empantanado el proyecto para la construcción de una autopista hacia el aeropuerto de Tababela, pero la actual cambió de parecer y recién van a efectuar estudios de factibilidad para trazar una nueva ruta, de tal manera que, cuando algún día, entre en servicio el aeropuerto, con la renegociación del contrato incluida, estará saturada la Vía Interoceánica, que es la única arteria de acceso existente, y en la que tampoco inician siquiera las obras complementarias planificadas.
Entre las pocas medidas factibles para, por lo menos aliviar algo el caótico tránsito motorizado en buena parte de Quito, hasta que se haga realidad una solución integral, se ha considerado la restricción del uso de automóviles, un día por semana, entre lunes y viernes, de acuerdo al último dígito de la placa.
Este experimento es inédito en nuestro país, pero se aplica con éxito en ciudades de otras latitudes.
Para que tenga éxito esta novedosa innovación es indispensable la cooperación de todos los habitantes de la capital y sería un valioso aporte que las oficinas públicas, planteles educativos, empresas, fábricas, etc., reajusten los horarios de sus actividades.
Aún no se decide si la restricción será todo el día o solamente durante las horas denominadas ‘pico’.
Y se considera un tanto apresurado que se ponga en vigencia esta medida desde marzo próximo , ya que es necesario que previamente se mejore el transporte colectivo.
Eso quiere decir que deben modificarse rutas y frecuencias; que se tomen medidas preventivas de seguridad; que se construyan estacionamientos en sitios estratégicos para que guarden sus vehículos quienes vienen desde lejos y que se realice una amplia campaña pedagógica con toda la sociedad para disipar las dudas sobre la restricción y para lograr la participación positiva y disciplinada de la ciudadanía, en especial de los conductores.