La búsqueda de los cuerpos de los niños que desaparecieron en El Chaco se mantiene este 17 de junio, por tercer día consecutivo después del accidente. Foto: Alfredo Lagla/ EL COMERCIO
Todavía no hay rastro de los ocho niños que cayeron al río Oyacachi, el miércoles pasado. Por ahora, solo han sido recuperados un zapato, una mochila y una pantaloneta. En el tercer día de búsqueda, las labores para rescatar los cuerpos se concentraron en el área conocida como el embalse, donde se unen los ríos Oyacachi y Salado, en Napo, a 30 kilómetros del lugar del accidente.
El miércoles, nueve niños y el conductor cayeron al río Oyacachi cuando la camioneta en la que viajaban se precipitó sin que hasta ahora las causas sean claras.
La búsqueda en los días anteriores partió desde el sitio del accidente. Se rastreó los ríos Oyacachi, Santa Rosa y el Salado. Hasta ahora solo dos cuerpos han sido recuperados, el del conductor y de una niña de siete años.
Este viernes 17 de junio del 2016, se incrementó el número de rescatistas. El Comité de Operaciones de Emergencia trabaja con unas 80 personas especializadas como policías, militares, socorristas y bomberos. Además se dispuso de botes a motor, kayaks y perros adiestrados e la búsqueda de personas. A esta cifra se suman más de 30 voluntarios, entre familiares y vecinos.
Los equipos trabajan más de 10 horas, desde las 05:00 hasta caer el sol. Esta mañana se presentaron mejores condiciones climáticas que los dos días anteriores, en los que hubo fuertes lluvias.
Pero este viernes fue distinto: el sol salió y el caudal de las aguas en los ríos bajó hasta cuatro metros. Pasadas las 12:00 de nuevo el nivel de las aguas aumentó y eso dificultó el trabajo.
Aún así, los equipos recorrieron las orillas de los ríos por agua y por tierra. Revisaron las zonas donde hay remolinos y también en donde hay depósitos de piedras madera y ramas.
Hasta las 16:00 no se rescató ningún cuerpo. Para los padres de los niños, la peor parte de la tragedia es no poder abrazar por última vez a sus hijos y despedirlos junto a toda la familia. “Sé que está bien, que ya no sufre, pero me duele tener que dejarlo en el río. ¿Dónde estás mi hijo?”, dice Susana Díaz, madre de Aron, de 4 años.
Ella junto a otras mujeres permanecen en un campamento improvisado en una orillas río Salado. Allí esperan que los botes les traigan a sus hijos.