Rescate de víctimas en Sarayaku duró 3 horas

Los peritos de la Junta Investigadora, Fiscalía y Criminalística llegaron al mediodía de ayer para el levantamiento de los cadáveres y la indagación. Foto: Fabián Maisanche / EL COMERCIO

Los peritos de la Junta Investigadora, Fiscalía y Criminalística llegaron al mediodía de ayer para el levantamiento de los cadáveres y la indagación. Foto: Fabián Maisanche / EL COMERCIO

Los peritos de la Junta Investigadora, Fiscalía y Criminalística llegaron al mediodía de ayer para el levantamiento de los cadáveres y la indagación. Foto: Fabián Maisanche / EL COMERCIO

‘No los avanzamos a sacar, porque la gasolina se esparció y los quemó. Con lodo y sábanas mojadas intentamos apagar el fuego, pero fue en vano. Los vimos morir”, cuenta una mujer de la comunidad Sarayaku.

Ella no da su nombre, pero relata cómo fue el rescate de las siete personas de la avioneta Cessna 206, de la empresa Aerokashurco, que se accidentó a las 17:15 del miércoles 2 de octubre; cinco fallecieron. Es el segundo percance de esta empresa en menos de un mes.

Con este caso suman seis accidentes en la Amazonía, desde junio del 2013.

Al primer estallido, los indígenas de Sarayaku corrieron al lugar. Hugo Medina y su hija salieron de la nave, pero los demás quedaron atrapados. Vino una segunda explosión y no pudieron hacer nada, porque todo era fuego. La nave ardió durante 35 minutos.

El expresidente de la Conaie, Marlon Santi, dirigió el rescate. Con hachas y palos levantaban los hierros para sacar los cuerpos calcinados. La tarea duró alrededor de tres horas. Ya en la noche, los 1 200 habitantes del pueblo kichwa acompañaron a los familiares de los fallecidos en la sala de reuniones de la plaza central.

Ahí continúan las flores y las hojas de palma que ubicaron para recibir las disculpas públicas del Estado. En este espacio, los cadáveres fueron envueltos en sábanas blancas y encendieron velas a su alrededor. Cuatro ramos de rosas yacían sobre ellos, antes de ser llevados al Aeropuerto Río Amazonas de la parroquia Shell de Pastaza.

En los exteriores de la terminal, los familiares esperaban los cuerpos. Patricia Navas no dejaba de llorar tras mirar las imágenes de televisión de su hijo Paúl Navarrete, de 31 años, una de las cinco víctimas. ¡Paulito por qué te fuiste. Mi hijo!
La mujer estaba junto a su esposo Jorge. Navarrete fue fotógrafo del diario El Universo y acudió a Sarayaku a cubrir el pedido de disculpas. Deja un bebé de cinco meses.

En otro costado del aeropuerto era velado Francisco González (27 años), el piloto de la aeronave. Su papá José y su hermano Pablo llegaron para llevárselo a Durán (Guayas), en donde nació. Hasta la noche de ayer seguía en Shell.

El joven se graduó en el Colegio Aguirre Abad de Guayaquil en informática. Luego ingresó a la Escuela de Aviación donde se graduó de piloto. Hace cuatro años llegó a Shell. Pablo Viteri, amigo de profesión, contó que era alegre y respetuoso. Iba a cumplir 2 000 horas de vuelo. Hace 15 meses trabajaba en la compañía Aerokashurco.

Juan Carlos Gualinga deja desamparados a ocho hijos; de Maritza Aranda y Toribio Tapuy quedan dos niños.
Félix Santi, presidente de Sarayaku, pide una investigación. “Nuestras comunidades no están preparadas para este tipo de accidentes. Nosotros deseábamos capacitar a nuestros jóvenes sobre primeros auxilios y desastres pero el Estado nos tildó de paramilitares. Ahora queremos que los bomberos o la Policía nos capaciten”.

“Más que dirigentes fueron amigos y compañeros que buscaban la reivindicación de los pueblos indígenas. Ahora solicitamos que se aclare por qué la avioneta se precipitó a tierra, luego de despegar”, exigió Marlon Santi.

Los cuatro cuerpos fueron trasladados ayer al mediodía -en un helicóptero del Ejército- a Shell y luego a Puyo, para las autopsias. En esa nave llegaron los peritos de la Junta Investigadora de Accidentes, Criminalística, Fiscalía y Dinasec, para inspeccionar el lugar de la tragedia. Una garúa acompañó durante todo el tiempo.

Félix Vázquez, fiscal de Pastaza, les prometió a los indígenas que “los cuerpos retornarán a Sarayaku para que los entierren según sus costumbres. El informe de la investigación también servirá para que los familiares reciban una indemnización económica de parte de la operadora”.

Sarayaku decretó dos días de luto. Según José Gualinga, representante del Consejo de Gobierno de Tayjasaruta, se harán juegos tradicionales y un grupo de mujeres contará las vivencias y llorará por los fallecidos. “Ellos pasan a otra dimensión de acuerdo con nuestra cosmovisión. Su espíritu descansa, pero también nos abre un camino de paz”.

Mientras tanto, la empresa Aerokashurco permanecerá suspendida, mientras duren las investigaciones del accidente.

Suplementos digitales