Ángel Verdezoto Pazos
La historia nos relata el hecho de que algunos gobernantes han demostrado repudio a la prensa porque los periodistas cuestionan los actos inmorales que se han cometido durante el ejercicio del poder, pues a nadie le gusta que le descubran las fechorías y que saquen los escándalos y abusos cometidos en la administración pública.
Por desgracia, el Ecuador de hoy no es la excepción. El economista Rafael Correa, como presidente de la República, se ha declarado públicamente enemigo acérrimo de los periodistas, sobre todo en el momento actual en que se ha desatado un verdadero bombardeo contra su administración por parte de los medios de comunicación, y no solamente de los mas prestigiosos comentaristas y escritores, sino también de todos quienes tienen la oportunidad de opinar a través de las Cartas a la Dirección, y a pesar de que casi todos los mandatarios han afrontado esta clase de protestas y oposición, lo que está aconteciendo en estos últimos días es sumamente preocupante debido a la amarga experiencia que tenemos los ecuatorianos con los últimos presidentes, que no pudiendo capear el ambiente de indignación que poco a poco iba creciendo en todas las clases sociales, a la final tuvieron que huir de la incontenible furia colectiva; basta recordar lo que le pasó al ‘dictócrata’ Lucio Gutiérrez, no obstante su prepotencia, con la alharaca de que iba a morir en el intento si no lograba cambiar al Ecuador y fue radio La Luna el medio que convocó al pueblo quiteño para la rebelión, lo que hace suponer que el peligro de un nuevo percance subsiste si el economista Correa no cambia de conducta.
Basta leer los artículos ‘Carrusel de impunidad’ de Jorge Vivanco Mendieta, en Expreso y ‘A salir del armario’ de Pablo Ortiz de EL COMERCIO.