Plausible es que el actual Gobierno inste a que las entidades públicas rindan cuentas a la ciudadanía; penosamente, pobre e ineficaz resulta tal cometido, cuando, por un lado, no despierta el suficiente interés y, por otro, parece que la oportunidad se aprovecha para autoalabanzas y empalagosos halagos. Cansinos actos se dan con tal propósito que, a la larga, más intentan cumplir una disposición que a someter sus acciones, de manera objetiva, al escrutinio público y a una indispensable retroalimentación desde los ciudadanos.
Rendir cuentas no es labor solo del sector público. Más que el cumplimiento de una obligación formal, es un deber moral que las organizaciones públicas, y también las privadas, tendrían que ejecutar, de manera habitual e ininterrumpida, pero utilizando una estructura de reporte que facilite entender y evaluar, al común de los mortales, cómo ha sido el desempeño institucional; en el ámbito de lo privado: una rendición de cuentas que vaya más allá de la simple exposición de balances contables y de la obediencia legal; en el ámbito público: más allá de la consecución de objetivos y del cumplimiento de planes.
Cuatro deberían ser los pilares de esos informes: lo ético, lo económico, lo social y lo ambiental. Cada pilar con nítidos indicadores cualitativos y cuantitativos que permitan comparaciones del “antes” y “después” y también entre organizaciones. En lo ético: cómo son difundidos, enseñados y practicados los valores institucionales -declarados de manera tan lírica- desde las altas cúpulas administrativas hasta aquellas personas con menor responsabilidad; en lo económico, por ejemplo, cómo se ha hecho rendir un presupuesto, las fuentes de donde se han obtenido y cómo se han empleado los recursos necesarios para la operación; en lo social, cómo ha sido el desarrollo humano -profesional de la gente que trabaja allí, cómo se ha honrado un equilibrio laboral- familiar, cuál es la brecha entre el salario más alto y beneficios recibidos frente al de menor ingreso de la organización; en lo ambiental: cómo se ha contribuido a la protección del ambiente, por ejemplo: en el tratamiento de desechos, ahorro de energía, recurso hídrico, consumo de papel, etc.
Está bien que así se rinda cuentas de manera pública pero… ¿queremos que la rendición de cuentas cumpla su real objetivo? Entonces, a más de eso, lo eficaz es que se abra al criterio de los representantes de los más sensibles grupos de interés, previa su revisión concienzuda del informe; por ejemplo, a unos cuantos líderes de opinión (positivos, no esbirros, tampoco detractores recalcitrantes), a representantes de sus trabajadores, de las familias de sus trabajadores, a proveedores, a entes de control y, en el caso de los privados, a sus clientes y, por qué no, a alguno de sus competidores.