El relleno sanitario del Inga alarga su operatividad por 15 meses

La maquinaria trabaja en la nivelación del espacio del nuevo cubeto. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO

La maquinaria trabaja en la nivelación del espacio del nuevo cubeto. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO

La maquinaria trabaja en la nivelación del espacio del nuevo cubeto. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO

Todo lo que se desecha en Quito va a parar al relleno sanitario del Inga, a 39 km de la capital: alimentos descompuestos, papeles, cartones, plásticos, envolturas, vidrio y en ocasiones hasta cadáveres (¡dos en lo que va del año!).

El relleno recibe 2 000 toneladas diarias de desechos que son colocados en un hueco llamado cubeto. En tres meses, el cubeto actual se llenará, por lo que la construcción de uno nuevo era impostergable.

El año pasado se iniciaron los estudios para la habilitación de un nuevo espacio en el relleno que servirá durante un año y tres meses más. Santiago Andrade, gerente de Operaciones de la Empresa Pública Metropolitana de Gestión Integral de Residuos Sólidos (Emgirs), entidad encargada del manejo del relleno, explica que el cubeto 9A tendrá una capacidad de 8 00 000 m3 y estará listo el 4 de noviembre.

Desde la creación del relleno sanitario de Quito, en el 2003, hasta el momento, se han utilizado ocho cubetos, cada uno de distinto tamaño y capacidad. El más grande fue el número ocho, que sirvió por dos años y medio pero se cerró en julio del año pasado. Desde entonces, la basura se coloca en el cubeto cuatro, que a pesar de que fue cerrado en el 2006 aún permitía su utilización debido a que su nivel es inferior al resto y fue posible igualarlo.

El relleno sanitario tiene 53 hectáreas, de las cuales 40 ya han sido utilizadas, es decir se ha ocupado cerca del 80% de su capacidad. Sin embargo, Andrade indica que hay áreas que pueden ser mejor aprovechadas para alargar su vida útil.

En la capital, cada persona genera al día 0.79 kilos de basura. De esta, un 55% es materia orgánica como desechos de cocina, vegetales, frutas…

La basura de Quito tiene esa particularidad que el relleno debe tomar en cuenta para su operación. Los desechos orgánicos en descomposición, segregan un líquido llamado lixiviado. Cada día, se generan 38 000 litros de esta sustancia, por lo que cada cubeto debe contar con todo un sistema de drenaje adecuado.

John Bonifaz, coordinador de residuos ordinarios de la Emgirs, explica que al momento se trabaja en los canales del nuevo cubeto donde irán los tubos de dos metros de diámetro que recogerán los lixiviados y los conducirán hasta unas piscinas donde serán procesados y purificados hasta cumplir la norma que permite arrojarlos a ríos sin problema de contaminación.

El cubeto además contará con una geomembrana para evitar filtraciones a las otras capas freáticas del suelo.

Una vez habilitado, la basura comenzará a ser depositada. Esta se compacta hasta lograr densidades de 1 000 kilos por cada m3 de basura. Por cada cinco metros de desechos, se colocan 40 cm de tierra, es decir se arma una especie de sánduche. Construir el nuevo cubeto tendrá un costo para la ciudad de USD 2 800 000.
El año entrante empezarán los estudios para el cubeto 9B.

Para Álex Naranjo, miembro de Acción Ecológica, la ampliación y el manejo final que se da a la basura es adecuado, pero más importante aún es el implementar una cultura de reciclaje en casa y de responsabilidad a las grandes empresas. “Debería haber una legislación distinta. A la larga, quien termina pagando la disposición final, por ejemplo, de las botellas de plástico de las grandes empresas, somos nosotros”.

Según Andrade, si la gente reciclara, llegaría al relleno sanitario un 22% menos de desperdicios y podría funcionar por más tiempo.

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