El régimen chino anunció “castigos severos” por los disturbios en Xinjiang

Urumqi, AFP

Los dirigentes chinos anunciaron este jueves “castigos severos” para los responsables de los disturbios interétnicos en la región noroccidental de Xinjinag, cuya capital Urumqi parecía volver a la normalidad pese a las patrullas de las fuerzas de seguridad.

El presidente chino, Hu Jintao, que regresó precipitadamente al país tras anular su participación en la cumbre en Italia del G8 (países más industrializados) y del G5 (grandes naciones emergentes) se reunió con el Buró Político del Partido Comunista Chino.

El Buró estimó que la estabilidad en Xinjiang “es la tarea más importante y acuciante”, en un comunicado citado hoy por la agencia de noticias China Nueva.

La más alta instancia del país también anunció “castigos severo” para los responsables de los disturbios, que dejaron desde el domingo 156 muertos en Urumqi, según el balance oficial.

El Congreso Mundial Uigur, de la disidente en el exilio Rebiya Kadeer, afirmó que entre 600 y 800 personas murieron en ellos.

Era la primera reacción de la dirección del Partido y del Estado chino desde el comienzo de los disturbios interétnicos entre hanes, etnia mayoritaria en China, y uigures, musulmanes de habla turca que constituyen la principal minoría de Xinjiang.

En Urumqi los militares y la policía antidisturbios, aún muy numerosos, se dedicaban a separar físicamente los barrios de los hanes de los de los uigures.

El domingo por la noche, los hanes fueron blanco de agitadores uigures, mientras que el martes y el miércoles eran los hanes los que salían a la calle en busca de venganza.

Las autoridades anunciaron el miércoles por la noche que la situación estaba bajo control en esta ciudad de más de dos millones de habitantes.

El jueves no se veían grandes grupos de gente armada, a diferencia de los días anteriores, y los transportes públicos volvían a circular.

Tras un cierre oficial de tres días, los comercios abrieron sus puertas.

“¿Cómo puede la vida retomar su curso normal con tantos soldados?”, se preguntó una mujer llamada Li.

El bazar -gran mercado oriental en pleno barrio uigur- no formó parte de los que reanudaban sus actividades. Para algunos, su cierre ilustra bien la diferencia de trato a las comunidades.

Los uigures acusan regularmente a los hanes de tratarlos como a ciudadanos de segunda clase y de pretextar una amenaza separatista para reprimirlos política, cultural y religiosamente.

Según la disidencia uigur, los disturbios del domingo estallaron tras la brutal represión de una manifestación pacífica.

El miércoles el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, cuyo país mantiene lazos culturales y religiosos con los uigures, estimó que los disturbios “alcanzaron una dimensión de atrocidades” y pidió al Consejo de Seguridad de la ONU que estudiara el tema.

China lo descartó y llamó a la comunidad internacional a unirse contra el terrorismo “que es el enemigo de la comunidad internacional en su conjunto”.

“Las tres fuerzas, extremismo, separatismo y terrorismo, son una plaga para China y otros países de la región”, afirmó Qin Gang, portavoz de la cancillería.

Turquía volvió a la carga declarándose dispuesta a conceder un visado a la disidente Kadeer. Además uno de sus ministros llamó a boicotear los productos chinos.

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