Durante una escala en Santiago de Chile leo en un diario local que por esos días había estado en el país el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza.
Según la publicación fue a Chile tras el apoyo del gobierno de Michelle Bachelet para su reelección en el cargo. En mayo próximo Insulza debería dejar la Secretaría.
Llego a Miami y veo que El Nuevo Heraldo publica dos grandes fotos. Una, ilustra un artículo en el que Insulza habla de la reciente, pero ya “histórica” para él, resolución de la OEA sobre un eventual reingreso de Cuba. En la otra se le ve aplaudiendo con exagerado, quizás inelegante entusiasmo a la Presidenta de su país.
Bachelet terminaba de decir su discurso ante la OEA. En su alocución no es que haya lanzado oficialmente la candidatura de Insulza, pero fue sugerente y generosa con su gestión.
Llamó a Washington a algunos amigos. Me confirman que Insulza está “lanzado” a la reelección y hará lo que sea para conseguirla.
Para ello, me dicen, el apoyo de Chile, dado el prestigio y autoridad que tiene, es decisivo, sobre todo para países como EE.UU., a los que no les caen bien el estilo y los vaivenes del chileno. La gran incertidumbre para el proyecto reeleccionista son los países “ bolivarianos”. Estos, advierten mis fuentes, son imprevisibles y puede que llegado el momento de nada sirvan las “continuas pruebas de amor” de Insulza a Chávez, Evo y los otros.
¿Exageran mis fuentes? Decididamente no. Baste recordar todos los méritos que ha tratado de hacer el Secretario después que Chávez le llamara “pendejo” e “insulso” cuando aludió a la libertad de prensa por la clausura de Radio Televisión Caracas, negando la flagrante intromisión venezolana en los asuntos de Colombia (Chávez lo elogió por ello).
En la misma edición de El Nuevo Herald que cito, en un tercer artículo se da cuenta que Insulza recibió al perseguido alcalde de Caracas, Antonio Ledezma que, tras ser electo democráticamente, ha sido despojado de sus poderes institucionales y atropellado sin ninguna consideración por Chávez.
Ledezma le contó todo a Insulza y le solicitó alguna acción de la OEA. ¿Y qué le respondió Insulza? Que no puede involucrarse en temas de orden interno.
Temas como los de la libertad de prensa y el respeto de los derechos humanos, cívicos y políticos, son universales y no internos. Lo que se sabe es que sobre determinados asuntos el Secretario ya no abre la boca.
La presidenta Bachelet dijo en la OEA que esta “es ciertamente perfectible, pero no me parece sustituible”. Tiene razón y fue muy aplaudida por ello.
Ahora, si cree que con su compatriota Insulza en la Secretaría General se pueden conseguir avances positivos en esa línea, todo los hechos indican que se equivoca rotundamente.