Agustín Eusse A.
Editor de Sociedad
Por años, la labor de la universidad pública pasó desapercibida y sus rectores, inertes frente a los cambios de la sociedad. Los centros privados, en cambio, crecieron como espuma, priorizaron el interés del negocio y se manejaron como islas…
Ahora que la Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo (Senplades) abre el debate y plantea reformas a la Ley de Educación Superior, despiertan los voceros del ‘No’, aupados por los grupos de poder de siempre: entre ellos el FRIU-MPD, enquistados por décadas en la FEUE.
A varios de los 69 rectores de las universidades reconocidas por el Conesup les incomoda que se pretenda regular la designación de autoridades -violar la autonomía dicen ellos-, cuando es conocido que algunos se han perpetuado en el poder por años sin permitir la alternabilidad.
Quién en el país podría oponerse, por ejemplo, a la posibilidad de que solo los estudiantes que tengan un récord académico limpio puedan acceder a una dirigencia en la FEUE y no como hoy, donde más prevalece el grito, las amenazas y el garrote (caso de la U. Central en las últimas elecciones de junio).
Desafortunadamente el escenario, y así lo demostró la marcha del 14 de julio en Guayaquil, donde el Rector de la U. Estatal caminó del brazo de Marcelo Rivera (militante del MPD y opositor a las reformas), pasó al plano político y no académico.
La posición de algunos rectores y del Conesup se parece a la de Mary Zamora, presidenta de la UNE, que descalifican la toma de un examen nacional tanto para ingresar en la U. como al finalizar la carrera, tal como ocurre en Chile y otros países. El espíritu de cuerpo ha quedado de nuevo al descubierto.