Redacción Ambato
En la escuela Pablo Neruda, en la comunidad Luis López del cantón Quero, 52 estudiantes aprenden computación. Lo hacen en dos máquinas donadas por la Escuela de Sistemas de la Universidad Católica, sede Ambato.
Los equipos no son nuevos, pero ayudan a que los niños conozcan cómo utilizar los programas Word, Excel…
Otras acciones
En la Universidad Católica, sede Ambato, también se desarrolla un programa en el cual los alumnos se disfrazan de payasos y recorren los hospitales, guarderías de comunidades pobres, el asilo de ancianos y otras instituciones.
El programa Navidad Solidaria es otra iniciativa que desarrollan los jóvenes universitarios. El año pasado, 2 267 personas recibieron víveres, ropa, juguetes y caramelos.
Si desea apoyar esta cruzada de solidaridad que desarrolla la Universidad Católica de Ambato puede comunicarse a los teléfonos: 03 241 6093 o al 03 241 4898.El edificio del centro educativo se encuentra en la avenida Manuelita Sáenz.
Evelyn Punina estudia en el Séptimo Año de Básica. Los jueves, la niña recibe clases de informática. Apenas ingresa al salón, se sienta en una silla metálica, ubicada frente a la pantalla. Ella prende el monitor y con facilidad digita la clave, para acceder a los programas.
“Me encanta la computación. No hace falta estudiar en la ciudad”, dice Punina, mientras atiende las indicaciones de Magdalena Gavilanes, directora y maestra del plantel.
En enero pasado, la profesora recibió de la Universidad Católica de la capital de Tungurahua dos computadoras usadas. El regalo que entregó el centro de estudios es parte del plan Reciclaje Tecnológico, que se inició el año pasado.
El programa consiste en recopilar viejas computadoras en empresas e instituciones. Los jóvenes utilizan las partes más nuevas, para ensamblar una nueva máquina. Luego, los equipos son entregados a las escuelas rurales de la provincia.
Según un informe de la Escuela de Sistemas, el pasado 19 de marzo se recopilaron 40 computadoras. De ellas, los alumnos ensamblaron 18, que fueron repartidas en 10 planteles de los cantones Baños, Pelileo, Quero y Píllaro, principalmente.
Además, la ayuda se entregó a la Fundación Guadalupe, la Pastoral Juvenil de la Diócesis y al Área Educativa del Centro de Rehabilitación Social.
La maestra Gavilánez afirma que el programa permite que en las escuelas alejadas de la ciudad se pueda enseñar computación. “En estos centros no hay dinero para comprar estos equipos, que son caros”, explica .
En la escuela Pablo Neruda, el movimiento en el laboratorio de informática se acelera apenas se escucha el timbre que anuncia que el recreo terminó.
Los 10 alumnos de séptimo de básica ingresan al aula, cargando sus mochilas. El salón está ubicado en el segundo piso de la casa comunal, construida con ladrillo y techo de fibrocemento.
El lugar está equipado con 40 pupitres y material didáctico. “Lo que más me gusta es el programa Power Point, porque hay dibujos muy bonitos y muchos colores. Los juegos también son superchéveres”, comenta la alumna Valeria Culqui.
Para el sacerdote César González, prorrector de la Universidad Católica, el principal objetivo es que al igual que Culqui, más niños puedan acceder a una computadora.
“La tecnología avanza cada día. Ahora, hay muchas herramientas para comunicarse con gente de otros países. Cada vez, las computadoras son más pequeñas. Los niños de la zona rural tienen que conocer esto”.
Santiago Acurio, director de la Escuela de Sistemas, explica que los equipos donados son guardados en una bodega y luego revisados por los alumnos en los laboratorios de la universidad. Allí se separan las partes que no tienen problemas de los que hay que arreglarlos.
Acurio agrega que otra meta del programa es evitar la contaminación del agua, especialmente, ocasionada por los componentes electrónicos que tienen químicos tóxicos.
El cromo es uno de ellos. Puede contaminar 40 m² durante 100 años. “En Latinoamérica no hay políticas claras sobre este tema. Pero nosotros ya estamos impulsando este plan”. En el programa de reciclaje trabaja, desde hace dos meses, la universitaria Anita Zurita.
Mientras sus compañeros Diego Medina, Sofía Arias y Álvaro Alulema desarman los equipos, ella usa un multímetro (equipo que ayuda a detectar fallas en los componentes electrónicos), para revisar las placas.
“Este microprocesador está en buenas condiciones y nos sirve para ensamblar una nueva computadora”, dice.
El trabajo es supervisado por Acurio. La revisión de las computadoras se realiza tres horas al día. La labor es parte de las 200 horas de práctica que los estudiantes deben cumplir antes de obtener el título.
A pocos pasos de Zurita está Álvaro Alulema. El joven insiste en que el proyecto es bueno, porque a más de ayudar a los centros educativos busca disminuir la contaminación ambiental.
Él está encargado del ensamblaje de las computadoras. “Buscamos las partes de varias marcas de computadoras y armamos una nueva. Eso sí, todas tienen una buena memoria, velocidad y las programamos con Word, Excel…, los más utilizados”. Los fusibles, fuentes de poder y otros componentes son adquiridos por la universidad.
El sacerdote Juan Carlos Acosta, director de la Pastoral Universitaria, afirma que la entidad asignó USD 1 000 para que los alumnos puedan comprar las partes que faltan.