Una cosa es con violín y otra con guitarra, reza el refrán popular. Esta sentencia, en lo que se refiere a la vivienda, es una verdad incontrastable. Y más todavía cuando de adquirir un ‘departamento’ se trata.
Aunque sean exactamente iguales en forma y volumen, pueden existir diferencias radicales en los precios de los departamentos, según el piso donde se ubiquen y la orientación que tengan.
Por eso, conviene estudiar concienzudamente estos factores antes de comprar una propiedad, ya que cuando se desee arrendarla o venderla incidirán en su valor futuro o plusvalía. Además, la ubicación interna y la orientación incidirán definitivamente en el hábitat de quienes residan en el inmueble.
No es lo mismo recibir la luz mañanera que la sofocante y frecuente que da el sol de la tarde en alcobas y cocinas. Por eso, la orientación hacia el este de esas estancias se valora mejor y, obvio, cuesta más.
Los edificios vecinos también pueden influir en el soleamiento (acceso directo a la luz solar) e interrumpir la privacidad por la cercanía entre ventanales.
La altura también es un factor clave. Mientras más se asciende de piso aumenta la relevancia de la vista y del paisaje en cualquiera de las orientaciones. Mientras más cerca de la calzada se ubique el departamento, se evidencian vectores perceptibles del exterior -ruido, esmog, contaminación visual, letreros…- que ensucian el hábitat.
En consecuencia: las unidades de los últimos pisos tienen un precio más elevado. Los corredores inmobiliarios saben esto muy bien… Y lo aplican a rajatabla.
Así es que ya sabe, antes de comprar un departamento valore bien estos ítems y luego decídase.