Mosquera es militar retirado. Foto: EL COMERCIO
Entrevisa a Ramiro Mosquera Chaves, militar retirado y docente en la Universidad de los Andes.
¿De qué se trata la campaña de paz que usted propone en la frontera?
No hay país que haya ganado una guerra a la guerrilla o la narco guerrilla con violencia, con grandes ejércitos o cantidades de armamentos.
Tenemos que ser consientes de esto y preguntarnos cómo deberíamos actuar y la respuesta es que la solución no es militar.
¿Concretamente, qué busca?
Estoy realizando una campaña que pretende infundir en nuestra población que este despliegue de fuerzas, que aparentemente nos protege, no es tal. Quiero hacer comprender que cada ciudadano debe y puede ser un soldado de la paz. Llego con este mensaje a las aulas con el fin de que esto se desgrane en una serie de actitudes positivas.
¿De qué manera se le puede ganar a la violencia en esas zonas?
La solución es atender económicamente a aquellas poblaciones cuyos deseos de educación, salud y de salir adelante los llevaron a incorporarse indirectamente como simpatizantes de estos grupos irregulares.
La única forma de enfrentar el problema es ese, porque si privilegiamos el ámbito militar estamos perdiendo recursos y la guerra.
¿Contribuye el actual despliegue de recursos militares y de agentes?
Instintivamente el ser humano cree que está más protegido si ve un despliegue militar; si vemos que hay tanques, aviones, helicópteros…
¿Eso lo aprendió cuando se retiró de las FF.AA.?
Después de muchos años he evaluado el resultado. El país se ha dado cuenta de que fueron recursos dilapidados, que dejaron cantidades de sufrimientos y de todo tipo de consecuencias negativas y sociales. Y que el problema del narcotráfico no se acabó.
¿De qué manera sobreviven los habitantes si se desvinculan de esas estructuras?
Se ha advertido que los ciudadanos de a pie de la zona de frontera ven en estos grupos irregulares el sostén económico porque les dotan de los servicios y los medios que no les llega por la vía del Estado.
Es un hecho que hay una población abandonada y esa inclinación es una reacción normal de la pobreza.
¿Cómo ganarse la confianza de esas personas?
Tiene que existir la visión política y estratégica que haga que las personas que van a actuar a todo nivel, sea político, militar y económico, tengan muy en cuenta que la solución no es militar, sino de otra índole. Es decir, que todas las acciones estatales deben ser volcadas al servicio y la atención de esos pobladores.
¿Qué pasa ahora en la frontera, donde había un estado de excepción?
En el discurso político, el Gobierno ha insistido que la acción tiene que ser global. El problema es que ya en la práctica las acciones que se concretan son el control, la intervención militar o policial. Eso lo digo no por lo que ha sucedido aquí, sino por otras experiencias como en Colombia, donde se privilegió el plan Colombia y no el desarrollo de la población.