Correa tiene tres filtros de seguridad en sus recorridos

Un gráfico del reporte médico de Santiago P. señala una lesión en el pabellón auricular.

Un gráfico del reporte médico de Santiago P. señala una lesión en el pabellón auricular.

El exmandatario se moviliza en un vehículo Chevrolet negro con vidrios polarizados. Foto: Diego Puente / EL COMERCIO

Uno de los hombres lo golpeó y huyó. El puñetazo dejó un corte en la oreja de cinco centímetros de largo. Santiago P., ingresó por emergencia al Hospital Andrade Marín, en Quito para que le suturaran el pabellón auricular. Ahora tiene hilos que se entrecruzan con su piel.

Un parte médico registra la urgencia médica. El ataque, según Santiago, se produjo el jueves 18 de enero, cuando el expresidente Rafael Correa recorría en el balde de un camión un barrio del extremo norte de Quito.

Un gráfico del reporte médico de Santiago P. señala una lesión en el pabellón auricular. Foto: Cortesía

En un video que circula por las redes sociales, se escucha a Santiago y a su esposa gritar “ladrón” al paso de la caravana de Correa. Una voz similar a la del expresidente responde por megáfono: “Atiendan a la malcriada”. Dos hombres se acercan y se produce un enfrentamiento, según se observa en el clip.
Los atacantes, según miembros de la seguridad del exjefe de Estado que no se identificaron, lo hicieron militantes y no personal que está a cargo de la integridad de Correa. Los movimientos del expresidente están custodiados por tres grupos de seguridad.

El primero es el formal conformado por integrantes de la Policía Nacional. Unos ocho agentes llegan a cada punto que visita el expresidente. Por ejemplo, el viernes 19 de enero estuvieron en las afueras de radio Majestad, donde dio una entrevista.

El pasado viernes 19 de enero de 2018, el exmandatario estuvo en una entrevista en Radio Majestad. Foto: Diego Puente / EL COMERCIO

También vigilaron la entrada del mercado de La J, una popular calle en Solanda. Ahí el expresidente comió papas, choclo y carne, en medio de los gritos por el no a las preguntas de la consulta y de consignas en rechazo al presidente Lenín Moreno. Estos agentes no reaccionan cuando escuchan gritos e insultos en contra del exjefe de Estado.

En el sector de La J, Rafael Correa se sentó a comer papas, choclo y carne. Foto: Diego Puente / EL COMERCIO

En el mercado de La J se observó al segundo filtro de seguridad. Hombres robustos y altos, que usan gorra, bloquean a quienes intentan ingresar para saludar al Mandatario. Para bloquear el paso, solo usan sus cuerpos. No tienen identificación y no responden preguntas. Uno de ellos habló con la ‘casera’ Karina Lumbi. Esto luego de que ella le diera un jugo. Ahí le contó que eran “personal civil” para controlar a la gente.

La misma comerciante le regaló un batido de mora con guanábana a Correa, cuando comió en el mercado acompañado  de simpatizantes, asambleístas y concejales de Quito que se desafiliaron de Alianza País (AP).

El último filtro es el más cercano. Está pendiente de su seguridad y está conformado por el servicio de protección al que por Ley tienen derecho los exmandatarios, tras la firma del Decreto 1369 que firmó Correa antes de dejar el cargo. Se los reconoce porque usan gafas, tienen un auricular en la oreja y hablan en clave.

Días atrás, Gabriela Rivadeneira, exsecretaria ejecutiva de Alianza País y asambleísta, indicó que en el grupo de seguridad había expersonal de la escolta presidencial que trabajó con Correa. Ellos trabajan “como voluntarios” en el equipo de seguridad en esta campaña, luego de haber pedido la baja.

El viernes en la mañana, al terminar una entrevista en radio Pichincha Universal, unas 30 personas que estaban en los exteriores gritaron a su favor. Entre ellos se preguntaban si estaban peinados o arreglados. Querían una fotografía. Otros llevaron libros de la autoría de Correa para que los firme. Como si se tratara de una celebridad, no faltaron ramos de rosas que le entregaron apenas se abrió la puerta de la radiodifusora. Los hombres corpulentos dejaron pasar a las personas que cargaban bonches de flores y presentes.

Rafael Correa recibió flores y presentes a su salida de una entrevista con Radio Pichincha Universal. Foto: Diego Puente / EL COMERCIO

Abrazos, besos, estrechones de mano le sirvieron a Rafael Correa para abrirse paso entre la gente. Antes de ingresar al vehículo se dio la vuelta, apretó el puño y dijo que vencerían en la consulta. Una parte de su grupo de seguridad lo siguió en los vehículos parqueados en las cercanías. Otros escoltaron, a pie, el vehículo hasta que la gente se aleje. Empujaban a los que no lo hacían. Dos peatones que pasaban por ahí gritaron consignas en su contra. Los correístas les gritaron exigiendo respeto: “calla chucha”.

El exmandatario se moviliza en un vehículo Chevrolet negro con vidrios polarizados. Otros cinco carros le siguen. Uno de una furgoneta Hyundai en el que va su personal de apoyo. Una de las mujeres tiene en carpetas los nombres y las fotos de los entrevistadores. Están preparados para cualquier contingencia.

Pero las agresiones son de ida y vuelta. Horas antes del ataque de Santiago, el jueves, mientras Correa estaba en el norte de Quito, sufrió un impacto con un huevo crudo en su cabeza. Los miembros de su seguridad lo protegieron con un paraguas negro.

Para el Mandatario, estas agresiones son “exageraciones”. En una entrevista con este Diario, señaló que se tratan de unas ocho personas que han sido llevadas a los sitios de concentraciones para provocar incidentes. Responsabilizó a funcionarios del Gobierno por supuestas convocatorias que se hacen en redes sociales para arrojarle “tomates y huevos”.

Por la parte del correísmo también hay víctimas, según el Mandatario. Este sábado 20 de enero publicó en las redes sociales que “un querido compañero perdió la visión en su ojo derecho por una pedrada que recibió en El Guabo, El Oro”.

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