Correa ha copiado sin empacho las nefastas prácticas de los Kirchner.
Mientras la economía argentina despuntaba por el precio récord de los principales productos agrícolas de exportación, Kirchner abría a fondo la llave del gasto público. Mientras el precio del petróleo llegaba a su tope histórico, Correa gastaba con negligencia de nuevo rico.
El desmesurado gasto público puso presión sobre los precios: en la Argentina la inflación superó el 25% y en el Ecuador dolarizado casi llega al 10%. Para ‘solucionar’ el problema, allá se manipuló las cifras oficiales, al punto que ni la población ni ninguna publicación respetable las toma en serio. La credibilidad de nuestras estadísticas también ha sufrido un severo menoscabo.
Cayó el precio de los principales bienes de exportación y ambos gobiernos quedaron raspando la olla. Para mantener el nivel de gasto, allá se nacionalizaron los fondos de pensiones privadas y acá se metió mano en los recursos del IESS.
Allá se politizó un tema técnico como el manejo de la deuda externa y se cayó en moratoria. Acá se calcó el proceso hasta el detalle de incluir la participación de un ‘experto’ argentino en el tendencioso informe político.
Allá se hostigó a los inversionistas extranjeros de las empresas de servicios públicos, lo que espantó al resto de inversionistas. Acá se trató de igual forma a las telefónicas privadas en la concesión de celulares. En ambos casos, los perjudicados somos los ciudadanos que, por la escasa competencia, pagamos tarifas exorbitantes.
Allá se puso barreras comerciales a productos del Brasil, pese a que ambos países pertenecen a una unión aduanera. Acá se hizo lo mismo con los miembros de la Comunidad Andina.
Los Kirchner fijan precios, prohíben exportaciones, amordazan a la prensa, derrochan dinero público en propaganda oficial, censuran a ‘Los Simpson’, son vanidosos (aunque allá no vistan camisas bordadas con exclusividad), fijan a su conveniencia las fechas de las elecciones políticas, manipulan encuestas electorales, rinden homenaje a la hipocresía interviniendo -ellos, los altivos y soberanos- en asuntos políticos internos de otros países, en su gestión todo queda en familia, en las campañas electorales se transportan en la aeronave presidencial y sustituyen al debate por los epítetos…
Hace dos años, Cristina de Kirchner ganó la elección presidencial en una sola vuelta. En las elecciones del 28 de junio pasado, los argentinos rechazaron categóricamente a la lista oficial.
Correa también venció en una vuelta y si sigue aferrado al papel carbón, no será la población la única en enfrentar las consecuencias de su oportunista gestión. Las encuestas sostienen que su popularidad ha caído 10% en el último par de meses. A ver cómo está en dos años.