Rafael Correa se desencanta de China

Redacciones Política y Negocios 

Las críticas que el presidente Rafael Correa hizo el martes a China, por ser inflexible en las condiciones de negociación para financiar el proyecto hidroeléctrico Coca-Codo Sinclair, dejan entrever que Ecuador aún no logra establecer alianzas geopolíticas firmes.     
 
Lejos del impacto político  que genera el discurso del Mandatario, hay un escenario que no se puede ocultar. Correa   cuestionó  a su principal socio inversor. 
En realidad, uno de los pocos con los cuales se ha tendido puentes.  

Un acuerdo lejano
En septiembre pasado,  Borja señaló que el nuevo crédito (para financiar el Coca-Codo)   no tenía avances, pues “las condiciones del Banco de  Desarrollo de China no se adecúan al esquema legal, sobre todo constitucional de Ecuador”. Se refería a que los recursos por las exportaciones petroleras debían ir a una cuenta especial para garantizar el pago, lo cual “era inaceptable.
La ministra de Finanzas,  María Elsa Viteri, viajó hace tres semanas al país asiático  para avanzar en las negociaciones por nuevos créditos. A su regreso no trajo nada en concreto y se limitó a decir que las negociaciones continúan. A raíz  de estas gestiones,  el presidente Correa criticó el martes los condicionamientos que impone China.  

El 4 de abril, Correa dijo que China ofrecía  USD 1 000 millones para proyectos de infraestructura y que Ecuador  va a pagar ese dinero poco a poco con petróleo. A su juicio,   se trataba de una “complementariedad perfecta”, pues China tiene excedente de recursos financieros pero déficit en petróleo, mientras que en Ecuador ocurre lo contrario.

A partir de esa fecha, el acercamiento con China fue en aumento, así como con otros países considerados amigos del Régimen, como Irán, India o Corea del Sur.

Además de los mil millones  por este  anticipo petrolero, el  ministro de la Política Económica, Diego Borja, anunció una nueva operación por USD 1 000 millones adicionales. El objetivo era iniciar las gestiones para financiar  el 80% del Coca-Codo Sinclair, cuyo costo   bordea los USD 1 900 millones, más  costos financieros. Otros proyectos de Petroamazonas también esperaban el interés de financistas chinos, así como la nueva refinería del Pacífico.

El apetito por recursos frescos de China se registró en medio de un escenario de crisis fiscal para el Ecuador. La reducción de ingresos petroleros y los compromisos de gasto del Régimen fueron carcomiendo las reservas del país durante el primer semestre de 2009. En junio pasado, el Gobierno tenía apenas USD 169 millones en caja, que no alcanzaban para cubrir sus gastos mensuales. 

En medio de esa crisis, Correa dijo que Ecuador estaba recibiendo apoyo de otras naciones como China. “Hemos superado esta crisis con muchísimo éxito, talento y con mucha suerte también. Ahora,  con una estrategia soberana, digna, yendo hacia otros sectores, Irán, Rusia, China, Canadá, no saben cuánta inversión y financiamiento nos está viniendo”.
 
Las palabras de Correa de entonces difieren totalmente de las que expresó el martes: “Las negociaciones  han sido muy duras y a veces nos hemos sentido maltratados por China. Ni el Fondo Monetario nos trata así”.

Según relató Correa, China quería obtener, como condición,  el inventario de los activos que Ecuador pone como garantía para el acceso al crédito y que el Banco Central ponga sus activos también en  garantía, lo que calificó de “verdaderamente humillante” .
 
Para el ex ministro de Gobierno y conocedor de temas internacionales,  Mauricio Gándara, las condiciones de  China para financiar el  Coca-Codo Sinclair tienen lógica, pues no se trata de una institución de beneficencia. “Ellos son financistas en todo el mundo y, por lo tanto, realizan inversiones que les garantice rentabilidad”.

Correa ha insistido que si la financiación con ese país no camina, habrá que buscar otros socios. 

¿Cuáles? Gándara recuerda que las autoridades económicas ecuatorianas tuvieron que buscar otras fuentes de financiamiento luego de que, por razones ideológicas, se distanciaron del FMI  y del Banco Mundial.

Adicionalmente, el Gobierno y la Asamblea tienen en agenda denunciar (dar de baja) 13 acuerdos de protección de inversiones con distintos países, entre ellos EE.UU. y varios europeos, por lo que golpear la puerta de otra naciones no será una tarea fácil.

Michel Levy, analista internacional de la Universidad Andina, es más cauto a la hora de comentar sobre la posición que ha tomado el Mandatario. A su juicio, Correa quiere presionar con su discurso y mejorar el esquema de negociación, por lo que la última palabra no está dicha. En todo caso, Levy cree que China, al ser un país muy pragmático para negociar, dejará de lado las críticas del Primer Mandatario, una vez que las conversaciones  avancen.

 

Suplementos digitales