Más de 1 000 inmigrantes indocumentados se encuentran hoy en centros de acogida en la isla malasia de Langkawi, en el noroeste del país, mientras que unos 8 000, según la Organización Internacional para las Migraciones, están hacinados en barcos fletados por traficantes de personas en alta mar. Foto: EFE
El presidente de Ecuador condenó el sábado la negativa de países asiáticos de recibir en sus puertos a migrantes que permanecen en barcos a la deriva en alta mar.
El viernes, unos 800 migrantes cuyo barco había sido rechazado ante las costas de Malasia, habitual destino de los exiliados de Bangladesh o Birmania que huyen de la miseria, fueron rescatados tras naufragar en las costas de Indonesia.
“No permitir que el barco con migrantes atraque en ningún puerto, tener dos meses centenas de personas, niños, mujeres, muriéndose de hambre en alta mar. Qué vergüenza”, expresó Rafael Correa. Y añadió: “Nuestro rechazo a estas barbaridades”.
También mencionó durante su informe semanal que está dispuesto a brindar ayuda a los migrantes.
“Daremos todo el apoyo, si podemos llevar alimento, etcétera. Es más, si podemos como CELAC, como Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe, recibir algunas de estas personas y aliviar un poco la tragedia humana que están sufriendo”, dijo el mandatario.
El gobernante, quien asumió en enero la presidencia pro tempore de la CELAC, agregó que la situación de estas personas “ ya supera cualquier límite”.
Defensores de los derechos de los exiliados estiman que hasta 8 000 personas estarían a la deriva en el mar, atrapadas en barcos y en peligro de morir de hambre o de enfermedades.
Organizaciones humanitarias denuncian a su vez el juego de “ping pong humano” que libran los gobiernos de Indonesia, Malasia y Tailandia, que no reciben a los migrantes en sus territorios.
La política de Indonesia y de Malasia de retornar al mar a embarcaciones colmadas de inmigrantes procedentes de Bangladesh y de Birmania, principalmente de la minoría musulmana de los rohingyas -perseguida en Birmania- ha levantado la indignación de varios países y de la ONU.