Imágenes de cómo se vería el trazado de Quito Cables en la estación La Roldós según el informe de la Escuela Politécnica Nacional. Cada cabina tiene un tamaño de 2,6 m de ancho por 2,8 de altura. Foto: Escuela Politécnica Nacional / Colegio de Ingenieros Mecánicos de Pichincha.
Los teleféricos sirven para unir dos puntos distantes. Por eso resulta paradójico que una idea pensada para acercar, para salvar distancias, en realidad esté separando cada vez más los caminos del Municipio de Quito y de los moradores de El Condado, que se oponen al llamado Quito Cables.
El punto actual es de rompimiento. El Municipio continúa dando los pasos necesarios para terminar los estudios y proceder formalmente a la convocatoria pública de ofertas.
Los moradores, que se oponen a que el teleférico cruce por aire su urbanización, han pasado de los reclamos con pancartas y entrevistas en medios a las acciones legales: ya se declararon en resistencia.
También han realizado una acción de acceso a la información pública en contra de la Municipalidad para conocer los detalles del proyecto (incluidos los financieros) y despejar la gran duda que atormenta a todos: ¿realmente los teleféricos solucionarán el drama de transporte de los moradores de La Roldós, Pisulí y Colinas del Norte?
Darío Tapia, secretario de Movilidad del Distrito, responde con un determinante “¡sí!”. Tapia le tiene fe a este medio de transporte y enumera sus bondades. Contamina mucho menos que un bus, pues es eléctrico. No genera ruido. Los accidentes en el mundo en estos sistemas son prácticamente inexistentes. Las cabinas no se detienen durante el recorrido y sus puertas y ventanas no pueden abrirse durante el viaje. Tampoco requiere de mucho personal para su operación (no dio la cifra de empleados pues aún se afina esa parte del estudio).
Tapia asegura que este proyecto forma parte de un plan integral de movilidad en La Roldós, Colinas del Norte y Pisulí. La idea central es movilizar entre 27 000 y 30 000 personas al día entre La Roldós, Colinas y La Ofelia mediante este teleférico. Pero también se aplicará una amplia reforma de los circuitos de buses de esos sectores para crear un sistema integral de transporte.
Tapia también aclara que la Pisulí sí tendrá su estación de teleférico, pero en una segunda fase, como lo muestra el plano de esta página. No dio fechas pero aseguró que será a “mediano plazo”. Hasta entonces, los habitantes de la Pisulí llegarán a la estación de Quito Cables de La Roldós en buses nuevos que cubrirán las zonas actualmente desatendidas.
Sobre El Condado y ante la pregunta de si existirá alguna afectación a los residentes, responde con un determinante “¡no!”. Las obras respetarán e incluso excederán la línea de fábrica por aire para no molestar a las 25 edificaciones.
Estas aclaraciones no satisfacen a los moradores de El Condado. María del Carmen Calderón, vocera de temas legales de los vecinos, señaló que la inconformidad se basa en que el Municipio de Quito no les ha demostrado que la obra es la mejor opción para la movilidad del sector.
Hasta que no les muestren todos los estudios técnicos de los proyectos para compararlos, seguirán en resistencia. O, como María Calderón prefiere decir, “en rebeldía”.