Desde las 19:30 de ayer, ocho vendedoras del mercado de Pomasqui (noroccidente de Quito) pernoctaron, por segunda noche consecutiva, en las instalaciones del centro de abastos.
Con ello, las comerciantes pretenden evitar el traslado de sus puestos de trabajo a la av. Manuel Córdova Galarza.
Esto porque la Administración Zonal La Delicia desea construir un bulevar en el lugar para fomentará el turismo en la parroquia, según explica el presidente de la Junta Rodrigo Buitrón.
Gladys Baiza, presidenta de la asociación del mercado de Pomasqui, aclara que la reacción de las vendedoras fue porque “vender en plena avenida es peligroso y porque por allí pasan volquetas que afectará la integridad física de las mujeres”.
Las comerciantes se sienten “solas en su lucha”, pues existe una disputa entre ellas y la Junta Parroquial. Pese a ello, Buitrón manifiesta su apoyo a la medida.
Él califica como “inaudito que el Municipio de Quito quiera ubicar el mercado en la calle, yéndose en contra del trabajo de las autoridades locales por evitar la venta ambulante en la zona”.
La controversia entre mercaderes y autoridades se profundiza debido a que las instalaciones del mercado son nuevas y están en buen estado. Esto porque hace cuatro años fue remodelado y cambió de feria libre a mercado. El costo de aquella obra fue de USD360 000.
A decir del Buitrón la razón de la reubicación responde a que en el sitio existen hundimientos porque la pasada obra no fue bien hecha. “Faltaron compactaciones y mejoramiento del suelo porque el sitio es un relleno”.
La versión es negada por las vendedoras, quienes atribuyen a la colocación de una valla y las lluvias el hundimiento. Su representante, Gladys Baiza recalca que el aquel problema lo solucionaron solas, “jamás la Junta o el Municipio han dado un centavo para el mantenimiento del mercado”, dice. Paara cuidar las instalaciones, las 30 vendedoras que conforman la asociación pagan una persona y aparte entregan mensualmente un dólar a Comercialización, ex Dirección de mercados.
La presidenta, junto a sus compañeras vendedoras indican que no se oponen a la reubicación, pero lo que exigen es que les den su lugar de trabajo fijo en el relleno que se prepara en la quebrada de El Guabo.
“Tememos que si salimos a vender en la calle, ocurra un accidente con los buses y volquetas que circulan a alta velocidad, como sucedió en el año 2001, cuando un tanquero atropelló y mató a las vendedoras del semáforo de Pomasqui”, enfatiza.