En la construcción de los bulevares de las avenidas Lizardo Ruiz, Colón y José María Alemán, el Cabildo invirtió USD 3 851 730. Las administraciones zonales ejecutan planes para mejorar el uso del espacio público, pero el irrespeto a la propiedad privada y la destrucción del mobiliario urbano revelan una falta de apropiación de vecinos y comerciantes.
Solo seis de los 16 tachos de basura que se instalaron en las cuatro cuadras del bulevar de la av. Lizardo Ruiz, en Cotocollao, aún están en su sitio, del resto solo quedaron los soportes metálicos.
En cambio, sobre las aceras y jardineras se encuentran a diario fundas de comida, colillas de cigarrillos, chicles y excrementos. Eso, pese a que el servicio de recolección y limpieza es regular en el sector. El control de la publicidad, la falta de zonas de parqueo y el mejoramiento de las fachadas también son temas pendientes.
Para Ánder Guayasamín, director de Arquitectura de la Universidad Católica, los bulevares deben incorporarse a la noción de apropiación y encuentro ciudadano. “No se puede implementar una propuesta generalizada en toda la ciudad, porque cada barrio tiene su identidad con características y dinámicas propias”.
Juanita Cabezas vive en Cotocollao desde hace 84 años. Mientras su hija compraba en una tienda, ella esperaba sentada en una de las 28 bancas de madera instaladas en las aceras. Desde que se entregó la obra, en abril del 2011, para Cabezas, la imagen del barrio mejoró. “Hacen programas con música, disfraces y malabares. El problema es que la gente daña las cosas nuevas”. Para Guayasamín, si cada bulevar tuviera una identidad propia también sería un atractivo turístico.
Soledad Benítez, administradora zonal de La Delicia, explicó que para incentivar la apropiación del espacio público, el bulevar es el escenario donde se ejecutan programas sociales y culturales. “La actividad cultural es el eje de revitalización de la zona”.
Según César Andrade, administrador de la Zona Eloy Alfaro, en el bulevar de la av. José María Alemán, en Solanda, se aplica la misma estrategia. “Las actividades culturales y de participación comunitaria buscan que la gente se apropie del espacio público”.
Pero eso no impidió que los grafitis cubrieran las fachadas, jardineras y quioscos del sector.
Para Jefrey Correa, dueño de una tienda, el adoquinamiento de las aceras, la eliminación de los cables, el mejoramiento de la iluminación favorecieron la circulación de peatones hasta entrada la noche. “Mi tienda está abierta hasta las 22:00 y hasta esa hora camina gente. Lo que no mejoró es la congestión vehicular y la seguridad”.
Pese a que hay señales de tránsito que prohíben el parqueo, a diario hay conductores que estacionan sus carros en la vía y bloquean el tráfico. En este sector también hay déficit de espacios de parqueo. Andrade aseguró que entre las alternativas estaría la implementación de la Zona Azul y sanciones a los choferes. “No todos ven a la ciudad como suya y por eso se ejecutan campañas para incentivar los valores ciudadanos”, dijo Andrade.
Para Gustavo Carrera, comerciante, el bulevar de la av. Colón más que un lugar de encuentro es simplemente un lugar de paso. “Además de los adoquines, aquí nada cambió”. Él aseguró que en el lugar no se han realizado actividades sociales o culturales que atraigan la atención de los vecinos o los transeúntes. Para Samira Tobar, estudiante universitaria, el único atractivo del bulevar es el renovado jardín de La Circasiana.
El bulevar de la av. Naciones Unidas, por ahora, es un ejemplo de la apropiación del espacio público. Allí se exhiben 65 esculturas gigantes de quindes. La exposición atrae a diario a decenas de personas que pasean entre las obras de arte. En las noches hay buena iluminación y el sitio se ha convertido en un destino.
Guayasamín concluyó que invitar a la gente a ser parte de los procesos y convocarla a participar con ideas genera procesos de apropiación social en estas intervenciones urbanas.