La ciudad es la misma. Las iglesias, las plazas, los árboles, todo está en el mismo lugar. Pero esta vez la luz del sol es mi cómplice y me permite captar imágenes distintas.
Un telón azul sirve de fondo para mirar de otra forma la arquitectura y la gente del Centro Histórico de Quito. Siluetas misteriosas, incomprensibles a ratos, permanecen inmóviles contrastando con el desorden de cientos de palomas que levantan vuelo en la Plaza de San Francisco. Los detalles de las cruces, campanas, rejas, cúpulas y portones de casas coloniales se dibujan en negro.
Los colores no importan, ni siquiera se destacan, al igual que las letras o placas conmemorativas de todo el Casco Colonial. Nada es más importante que las siluetas. Esa forma que fue pensada, tallada y diseñada por alguien.
El sol sigue subiendo y los detalles que estaban ocultos se empiezan a resaltar. Las calles se van llenando de comerciantes, trabajadores públicos y turistas. De a poco, el ruido invade cada lugar del Centro Histórico mejor conservado de América. La gente apresura el paso, mira el reloj y no se fija en las maravillosas figuras del lugar. Sólo los turistas parecen admirados. Yo sigo trabajando y los acompaño con mi cámara…
Mire aquí el especial fotográfico de las siluetas de Quito.