El silencio del cementerio de La Magdalena, en el sur, se interrumpió ayer, en el Día de los Difuntos.
Mariachis y guitarristas transformaron el ambiente con sus canciones, que fueron dedicadas a los difuntos.
Eran tres grupos musicales que caminaban de un lado a otro con sus instrumentos. El mariachi Jóvenes de Sinaloa fue contratado por Carmen Calisto para que cante frente a la tumba de su abuela, quien falleció hace dos meses. Mientras entonaban Amor Eterno, ella lloraba y tocaba la lápida.
Enseguida otras personas consultaban a los músicos los precios de las serenatas. Gustavo López, director del conjunto, dijo que la serenata de 10 canciones costaba USD 50. También tenían una promoción de USD 5 las dos canciones.
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Una de las peticiones por parte de los familiares era la conocida canción En Vida.
El dúo Los Ángeles, conformado por padre e hijo, ambos llamados Ángel Moyano, complació a Félix Jumbo quien prefirió dedicar canciones a su madre, Rosario Jumbo, de 99 años, aún con vida. Para él hay que expresar el cariño a las personas cuando están vivas. Juntos visitaban la tumba de una tía.
Los pasillos también fueron parte del repertorio musical. El Aguacate le cantaron a Pedro Cárdenas, que murió en 1995. “A él le gustaba esa canción”, decía Lucía, una de sus hijas.
Simón Franco, otro guitarrista, junto con su hijo de 7 años, cantaban frente a los nichos. A ellos les pagaban USD 10 por cinco canciones.
En las afueras del cementerio se escuchaba a la banda de pueblo El Gremio. Ellos interpretaban el Himno de los Llorones.
Gonzalo Pillajo, director del grupo, señaló que a él le gusta cantar más a los vivos que a los muertos. “Los últimos no pueden escoger las canciones”.
Otras personas pintaron y colocaron flores en las bóvedas. Hubo quienes rezaban y recordaban las anécdotas. Consuelo Constante, entre lágrimas, contó que su abuelo la cubría con un poncho a rayas cuando llovía.
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En el norte, en el camposanto de Calderón, la tónica fueron los rituales del Día de los Difuntos.
Allí, varias familias indígenas llevaron alimentos preparados en ollas, que las colocaban sobre las tumbas. Arroz, papas, arvejas y pollo, eran los alimentos que consumían los familiares de los fallecidos. Joaquina Simbaña, de 70 años, rezó en quichua sobre la tumba de su papá. Estaba acompañada de sus cinco hijas y yernos. Después del rezo compartieron la comida que llevaron. Esta tradición la practica desde que era niña. Familias, como la de Rosa Collahuazo, dejaron un guineo, un pan y un vaso de gaseosa sobre la cruz de su abuelo. “La idea era que sirva en la otra vida”.
Las familias se movilizaron
Dos vigilantes paraban el tráfico vehicular en la avenida Julián Coronel para que pasen las familias con sus ramos. En grupos, entraban por la puerta 1 del cementerio de Guayaquil.
Aura Mejillones llevaba puestos zapatos deportivos para recorrer en dos horas la tumba de siete familiares. En su recorrido, algunos vestían de tonos fuertes como rojo y fucsia. “Se están perdiendo las tradiciones, ahora hasta en los duelos se ve gente vestida de colores”, enfatizó.
Aparte de familiares, había quienes trabajaban dentro del camposanto. Vendían lotería, botellas con agua, caramelos…
Pero la mayoría era pintores de lápidas y cruces.
José Núñez empezó a pintar moradas de muertos hace 35 años. Cobra “dependiendo del cliente”, entre USD 5 y 10. Al escuchar los precios, una de las visitantes reaccionó diciendo “vamos para que me haga un trabajo por cinco”. A lo que –en son de defensa– Núñez contestó que primero debía ver la lápida.
La clienta era Rosa Ruiz de Quintana. Decidió visitar el cementerio a pedido de su suegro, Sixto Quintana, porque quería visitar la tumba de su padre Nibaldo, fallecido hace 70 años.
El nicho quedaba en el cerro del cementerio. Hojas secas y finas ramas se posaban sobre las tumbas. Sixto Quintana, de 85 años, se arrimaba a las bóvedas por el cansancio de subir por la empinada escalinata. Hace cinco años que no visitaba a su padre por los dolores que presenta en sus articulaciones.
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Los hechos en el país
Con una serenata en el Cementerio Patrimonial de Cuenca se recordó a los difuntos entre la noche del jueves y ayer.
Para hoy está previsto que en Cuenca se realicen dos misas más: a las 10:30 y 15:00. El director del Cementerio Municipal, Esteban Segovia, calcula que 30 000 personas acudieron a visitar a sus seres queridos.
En la terminal terrestre de Ambato, pocas personas viajaron a Esmeraldas, Ibarra, Cuenca, Atacames, Puyo, etc.
La Policía de Tungurahua controló la salida de buses y dijo que la idea es evitar que los transportistas lleven en sus unidades exceso de pasajeros. La vigilancia también se realiza en las entradas y salidas de Ambato.