Seidel Torres es un retratista de 50 años y la mitad de su vida se ha dedicado a eternizar la mirada de la gente.
Estudiante de Arquitectura y luego de Psicología, pronto descubrió que su habilidad para el dibujo debía aplicarse en el arte. “La universidad fue un aporte en cuanto a la técnica del dibujo y al reconocimiento de la personalidad de la gente”.
Los primeros dibujos en los que él mismo reconoce talento fueron las caricaturas de compañeros y maestros en el colegio. Ahora dedica una parte de su tiempo a la caricatura política y la mayoría a retratar a niños, jóvenes y adultos en el segundo piso del centro comercial El Recreo, en el sur.
Reconocer a la persona que dibuja es el primer paso antes de soltar los primeros trazos sobre la cartulina. Eso le quedó de su paso por la carrera de Psicología.
Paula Flores fue una de las musas que posó para Torres. La pequeña modelo tiene 7 años. Se mantenía quieta y seria en una silla frente al retratista.
Seidel es un artista de contextura gruesa y piel canela. Debajo de su boina se ven unos lentes que se asientan sobre su ancha nariz.
Con trazos generales utiliza un carboncillo para marcar las líneas principales que definen la forma del rostro. Luego con movimientos tan precisos como los de un cirujano, va delineando los detalles de su modelo.
Tiene público. Los más curiosos se quedan hasta ver el resultado final. Otros se detienen un instante, comentan y siguen.
No estudió artes plásticas porque cree que el mejor conocimiento está en la calle. No obstante, asistió a varios cursos y se especializó en la técnica del carboncillo.
Cada retrato cuesta desde USD 10. Los bulevares y plazas de varios países de Sudamérica y Europa han sido las galerías en las cuales ha expuesto parte de su trabajo. Luego de 21 minutos, Torres remata el retrato de Paula con sombras que resaltan el rostro de su musa. Firma al pie y entrega el retrato a su dueña.