Una de sus herramientas de trabajo permanece estática de lunes a domingo, sobre los adoquines de la pileta del parque El Ejido.
No se alimenta, ni necesita de un potrero; pero sí tiene pelaje como los caballos reales y cuesta más que uno vivo. Está hecho de madera y su peso es como el de un quintal de arroz.
El lugar de trabajo de este caballo café claro de menos de 1m de altura, es junto a su dueño Segundo Rivera, al aire libre en la esquina del parque, en la avenida 10 de Agosto y calle Tarqui.
Desde hace 56 años, Rivera llega diariamente a este lugar a las 08:30. El equipo de trabajo lo traslada con la ayuda de su hijo César, su mano derecha, en su camioneta roja con cajón de metal.
En pocos minutos una carpa verde con filos amarillos, un cajón café con cuatro llantas y tres divisiones con letras blancas donde se lee fotos al instante, se convierten en una pequeña oficina, conocida como Foto Rivera.
Allí no solo se sacan fotografías a niños junto al caballito. “Hay adultos que también posan junto al equino, incluso familias”.
También han venido personajes públicos, como el alcalde Augusto Barrera, contó este hombre de 86 años, quien viste un elegante terno y un sombrero negro.
Jeaneth Chela, una niña de cabello negro y largo, pide una fotografía junto a su mamá Zoila Burga, quien consulta si también podían salir su hermana y sobrina.
El costo es el mismo, de una o varias personas.
Tras el acuerdo, César, el quinto hijo de don Segundo, le da a la niña uno de los ocho sombreros de charro color negro y bordados dorados. César Rivera viste un chaleco con varios bolsillos. En su pecho cuelga una cámara gris marca Canon, de 7.1 megapíxeles.
Las fotos son tomadas en varios ángulos. A los clientes se les captura con el fondo del monumento de Velasco Ibarra, con árboles o con el fondo de edificios o de la av. 10 de Agosto.
Con su mano izquierda Segundo Rivera sostiene la cámara y su dedo índice de su mano derecha lo coloca en el botón de capturar.
“Me ven quietitas. A la 1,2, 3…”.
Allí se puede obtener una foto con el caballo elaborado en Pereira, Colombia, en 30 segundos, se cancela USD 2 por foto. Además se puede adquirir fotos tamaño carné, pasaporte, postales y hasta ampliaciones.
Rivera recordó que el parque y sus alrededores eran diferentes.
“Antes solo habían tres casas en la 10 de Agosto, no había árboles, la pileta tenía cuatro focas y el piso era de piedra”.
Una caja de metal le sirve de sillón. De allí también obtiene la electricidad para que funcione la impresora digital.
Segundo Rivera, oriundo de Ibarra, ha tenido varios oficios antes de la fotografía. Fue constructor y elaboraba monturas de cuero . “Él hacía los caballos, nos cortaba el cabello a mis ocho hermanos y a mí. Él nos hacía la ropa y hasta zapatos”, cuenta su hijo César, quien describe a su padre como un hombre trabajador, honrado y confiable.
Segundo Rivera trabajó durante 11 años en una hacienda en el riego y siembra de alimentos.
A los 19 años vino a vivir en Quito. A esa edad empezó a trabajar en una mecánica. Luego en la construcción del Palacio Legislativo de Quito. Allí fue jefe de carpintería durante los tres años que duró la obra. Fue ahí donde tuvo inicios en la fotografía. “Me decía que tome las fotos y capturaba a las autoridades, como al ex presidente Ponce Enríquez”.
Luego se dedicó a elaborar las máquinas fotográficas artesanales de cajón, que tenían tres patas.
Su idea surgió cuando un señor le pidió que le arregle su caja.
Desde ese entonces, don Segundo no ha dejado de tomar fotos en el mismo lugar, en su misma oficina improvisada.
“Quito ha sido como mi hogar. Todo este legado le dejo a mi Quito querido, a quien llevo y llevaré siempre en mi corazón”.