Hasta comienzos del siglo XX, la tradicional plaza de San Blas, ubicada en la calle Guayaquil, marcaba el límite norte de la ciudad. Era considerada como la puerta de entrada al Centro.
Tiene una sencilla, pero bonita iglesia que fue fundada en el siglo XVI para el uso exclusivo de los indígenas. Fue reconstruida en el siglo XVIII. En uno de sus costados había un antiguo cementerio católico para la población nativa.
En el centro de la plaza hay una pileta. En el mismo sector resalta una escultura del Hermano Miguel. En las noches, toda la plaza resalta por la iluminación en la iglesia y pileta. La zona es muy comercial, también hay varios centros educativos.