El tránsito vehicular y las operaciones en el aeropuerto Mariscal Sucre son los principales generadores de ruido ambiental en Quito.
Así lo determina el resumen anual del 2011, de la Secretaría Metropolitana de Ambiente.
En la capital, los niveles del ruido sobrepasan los límites tolerables. Por ejemplo, en las zonas residenciales, el límite es de 50 decibeles (dB), sin embargo, el promedio diario del ruido está entre 60-65 dB en el norte y sur. Entre 55-60 dB, en el centro.
El ruido en zonas comerciales con tránsito vehicular moderado varía entre 60-65 dB en el día. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda no superar los 70 dB durante 24 horas para este tipo de zonas.
El comportamiento de los conductores agrava la situación, por el uso inadecuado de la bocina del auto y los dispositivos sonoros de alta potencia (tunning), que se instalan en los automotores.
Ayer, a las 09:30, en la calle Venezuela, en la intersección con la Mejía, hubo embotellamiento. En las dos vías se formaron largas filas. Unos 15 carros en la Venezuela intentaban cruzar hacia el norte, pero otros 20 en la Mejía también querían avanzar hacia el occidente. A pesar de que en la esquina está instalado un semáforo, hubo un cuello de botella. El ruido de los pitos era ensordecedor. Algunos conductores gritaban a los otros para que avanzaran.
A esa hora caminaba por la Venezuela Bertha Campos, quien trabaja en una fotocopiadora del sector. Para ella, el ruido y la contaminación por el esmog de los carros es un problema de todos los días. En especial a las horas pico. Ya está acostumbrada.
Según la OMS, el 76% de la población que vive en los grandes centros urbanos sufre un impacto acústico muy superior al recomendable.
Esto se refleja en la calidad de vida y se manifiesta a través de estrés, irritabilidad, hipertensión, dolores de cabeza, taquicardias, fatiga, sordera, aceleración respiratoria y cardíaca. También problemas cardiovasculares, pérdida de sueño y molestias digestivas.
Un caso es el de Guillermo Carrasco, de 53 años. Él perdió el 60% de su audición debido al constante ruido de los aviones.
Desde hace 13 años vive en la calle Gualaquiza. Su casa está a pocos metros de la pista norte del aeropuerto Mariscal Sucre.
“Cada vez que un avión despega o aterriza, el sonido es ensordecedor. No se escucha ni la radio que suele estar encendida. Las cosas tiemblan”. Su médico le indicó que el estar expuesto permanentemente al ruido de los aviones agravó su caso. Ahora debe usar audífonos.
Las multas por ruido varían entre 0,2 y 4 Salarios Básicos Unificados dependiendo de la gravedad de la infracción.
En los tres primeros meses del año, la Agencia Metropolitana de Control sancionó a 2 713 personas por incumplir las ordenanzas sobre el ornato y el ambiente, como la contaminación acústica.