El cabo segundo Jorge Carrillo recorría en una motocicleta la vía exclusiva de la Mariscal Sucre entre la calle Angamarca y Juan Camaro, en el sur de la urbe.
El uniformado había recibido órdenes de no dejar ingresar a ningún vehículo particular a los carriles centrales de la avenida. Desde el pasado sábado, 16 buses tipo realizan recorridos de prueba sin pasajeros a lo largo del Corredor Sur Occidental, que conecta a la terminal de Quitumbe con el hospital Carlos Andrade Marín, en el norte.
En cada intersección se habían colocado conos naranjas para impedir el ingreso de vehículos particulares a los dos carriles centrales de la avenida. La policía Balbina Tapia aseguró que, entre las 07:00 y las 09:00, la restricción había incrementado el flujo vehicular en los carriles convencionales, especialmente en los dos que van de sur a norte.
“La restricción se mantendrá todo el día. Hay pocos conductores que siguen invadiendo la vía, pero hasta que empiece a funcionar completamente el corredor solo se les hace un llamado de advertencia”. El propósito es que los conductores particulares se acostumbren a circular solamente por los carriles convencionales.
La escasa señalización es otro de los problemas que deben afrontar conductores y peatones a lo largo de la vía.
Pablo Reinoso, vicerrector del colegio San Marino, aseguró que la falta de señalización cerca de los centros educativos y zonas peatonales incrementa el riesgo de atropellamientos. “En los dos extremos de la parada de Santa Rita no hay cruces cebra ni semáforos peatonales”. Reinoso aseguró que aún no han recibido respuesta por parte del Municipio sobre el pedido de colocar señalización horizontal y semáforos peatonales en el área cercana a la institución.
Para prevenir posibles accidentes, el centro educativo tomó la iniciativa de formar una brigada estudiantil de seguridad vial. Son 19 alumnos de segundo de bachillerato quienes se encargan de regular el tránsito utilizando unas paletas de madera con señales de Pare y Siga. Las brigadas son supervisadas por profesores y personal de la Unidad de Policía Comunitaria de Santa Bárbara durante las horas de entrada y salida de los estudiantes.
Édison Maldonado, taxista, aseguró que el incremento en el flujo vehicular repercutió en una reducción de la velocidad de circulación y en el tiempo de viaje. “También hay afectaciones económicas. Cuando el tránsito no fluye, los pasajeros prefieren bajarse del taxi y me dejan en el trancón”, aseguró Maldonado.
Para Patricio Sánchez, conductor, la única solución es tomar la ruta por el Centro o la vía oriental por la Napo. “Pero de todas maneras eso significa más gasto en combustible y más tiempo de viaje”.
Pero no solo la restricción afecta a la circulación. Los conductores que estacionan sus vehículos sobre la avenida Mariscal Sucre obstruyen uno de los dos carriles, lo cual genera embotellamientos.
A lo largo de la avenida hay muy pocos letreros que prohíben el parqueo, a lo cual se suma la falta de control sobre el espacio público. Para Maldonado eso incrementa el riesgo de accidentes de tránsito. “Cuando un carro se detiene en la avenida, los otros choferes intentan cambiarse de carril y por las imprudencias ocurren los choques”, comentó.
Los problemas que tienen los conductores para realizar giros hacia las vías transversales es otro factor de riesgo. En la esquina de la calle Juan Camacaro, por ejemplo, no existe una bahía para que los conductores se orillen y giren a la izquierda. Tampoco hay un semáforo que habilite el giro. Tapia explicó que la vía queda obstruida cuando los carros se detienen en el carril izquierdo esperando cruzar y los buses en el derecho para recoger o dejar pasajeros.