El monumento de la emblemática Plaza de la Independencia tiene más de un siglo. Caracterizado por su simbolismo, que fue construido para resaltar el valor de los próceres de la independencia, es uno de los atractivos del Centro Histórico. La figura del león, las pesadas bolas y cadenas de metal, y la estatua de la Diosa de Libertad expresan significados relacionados con el Primer Grito de Independencia en Hispanoamérica.
La Plaza Grande está en el centro del poder. En uno de los costados se encuentra el Palacio de Gobierno; en otro, el Palacio Arzobispal; y en otro, el Palacio Municipal. El cuadrado se cierra con la Catedral Metropolitana. Es el paso obligado de cientos de turistas que llegan a la ciudad atraídos por la arquitectura colonial del Centro Histórico.
La emblemática plaza también es el lugar escogido por un puñado de jubilados, que cada día ocupa la bancas dispuestas junto a las jardineras. Ellos hablan de todo, desde política, pasando por deportes, hasta de tradición y sal quiteña. Mariana Gómez tiene 51 años y nació en Quito. Para ella, el lugar es la principal referencia que tiene para ubicarse en la zona patrimonial de la capital. “Cuando tengo que venir al Centro y no me ubico el sitio de destino, pido que me expliquen cuántas cuadras tengo que caminar desde la Plaza Grande”, cuenta.
En definitiva, el monumento a los próceres del 10 de Agosto de 1809 recoge el espíritu libertario de la ciudad. En las mañanas de cielo azul, el sol brilla en las figuras de bronce y mármol. Esas figuras que han sido testigos del fervor político que ha caracterizado a la agitada vida republicana del Ecuador.