Perforaciones y estudios del suelo

En la calzada de la avenida De la Prensa, en la intersección con la Zamora, en el norte, una tapa metálica de unos siete centímetros de diámetro cubre un hueco de 40 metros de profundidad. En la superficie es casi imperceptible.

Es la huella de una de las 17 excavaciones que se hicieron a lo largo del trazado por donde se construirán el túnel y las estaciones del Metro de Quito, desde Quitumbe hasta El Labrador. Desde hace 45 días, se hacen catas y sondeos de base para conocer con mayor precisión las condiciones geológicas del suelo.

Según Édgar Jácome, gerente de la Unidad de Metro Quito, los sondeos son un paso previo para el diseño de las ingenierías de detalle, que ayudarán a definir el trazado definitivo. A la par también se trabaja en el levantamiento de cartografías (mapas) y topografías (descripción detallada de la superficie del terreno).

En todas las excavaciones se tomaron muestras del suelo, las mismas que son analizadas en el Instituto Geofísico de la Politécnica Nacional. En el sexto piso del edificio de Ingeniería Civil están apiladas las cajas de plástico y cartón con el material.

En los compartimentos se observa diferentes tipos de tierra: amarilla, negra, arena y mezclas de rellenos. Alexandra Alvarado, una de los siete técnicos que analizan la muestras, explica que a pesar de que los suelos en el norte, centro y sur de la ciudad tienen características diferentes, en general son suaves. Una ventaja para las excavaciones es que en el subsuelo de Quito no hay rocas.

En el laboratorio se analiza la compactación, la composición, el tamaño del grano y el nivel de contenido de agua. Esta información permitirá conocer a detalle el tipo de suelo que hay en cada sector. “A los técnicos del Metro les interesa saber si el suelo es suave o duro, para de acuerdo con eso determinar qué tipo de tecnología utilizar para excavar”, agrega.

Según los resultados preliminares de estos estudios, el norte y sur de la ciudad son cuencas.

Esta formación genera que todo el material de los alrededores se deposite en el interior. Por ejemplo, la lluvia se introduce en la tierra y se va acumulando en estas zonas. Por esta causa, hay varias formaciones de acuíferos.

En el sur, los suelos están formados por depósitos de ríos y tierra negra. Hay rellenos en ciertos sectores como en la av. Rodrigo de Chávez. Alvarado dice que en el sur hay una formación que se conoce como cono aluvial.

Es decir, de la parte alta bajan diferentes tipos de materiales hacia el fondo de la cuenca. En el subsuelo se forman pequeños riachuelos y dejan sedimentos. Los depósitos gruesos se quedan cerca de la colina y los finos van hacia el fondo. “Por ello, mientras más profundo se cabe, se encontrará material más fino”.

En el norte también hay depósitos de ríos y lagunas, son una especie de arenas sueltas como las que hay en la orilla del río. También se encontraron pantanos, pero en puntos específicos como en la zona del Estadio del Aucas.

En el centro casi todo el suelo es cangagua, una composición de cenizas volcánicas y flujos piroclásticos, que han sido alterados por diferentes razones. La tierra es muy suave y tiene una coloración amarillenta.

Patricio Romero, técnico de la Unidad del Metro de Quito, sostiene que este es un tipo de suelo apto para perforar, por la suavidad. Una de las contraindicaciones es que tiene el riesgo de colapsar con facilidad, ahí depende de la tecnología con la que se vaya a intervenir, comenta Alvarado.

La cangagua es un suelo común en toda la ciudad. Jácome refiere que el 90% del suelo por donde se excavará será de ese tipo.

Las pruebas de laboratorio concluirán en dos meses. Los resultados serán entregados a la Unidad del Metro de Quito. Dependiendo de los análisis se harán nuevas excavaciones; se calcula que se realizarán unos 50 sondeos adicionales, con distancias más cortas. En las 17 primeras perforaciones hubo un intervalo de entre 1 y 1,5 km.

Las muestras serán guardadas en el Instituto Geofísico de la Politécnica Nacional.

Suplementos digitales