Normalmente, desde Chaguarquingo hasta Chillogallo, en el sur, me demoro entre 45 y 50 minutos en bus.
Ahora porque las escuelas y colegios están en vacaciones, el tiempo de recorrido se reduce a 40. Pero igual es mucho tiempo el que se pierde en ir de un lugar a otro. Todos los días debo salir de mi casa, en Chaguarquingo, a las 05:20 para llegar puntual a mi trabajo, en Chillogallo.
En el trayecto hay varios puntos de congestión del tránsito.
Por ejemplo, en las avenidas Rodrigo de Chávez y Pedro V. Maldonado, los buses y carros forman largas filas y avanzan lentamente. Es desesperante.
Cuando hay estudiantes, los buses pasan llenos y a veces no nos llevan. Toca esperar hasta dos o tres unidades. Eso también nos retrasa. Hay ocasiones en las cuales me toca coger taxi, la carrera me cuesta entre USD 2,50 y 3. A parte de perder tiempo también se pierde dinero.
En las paradas de buses, las personas se desesperan, se ponen de mal genio, pelean. Todo por querer llegar a tiempo a sus destinos. Cuando la unidad llega empiezan los empujones y apretones. Nos toca viajar apretados, en las puertas, con el riesgo de que nos roben. Es imposible evitar movilizarse en un bus o en carro particular.
Aunque quisiera ir a pie a mi trabajo, no puedo. Es lejos, me demoraría más y llegaría más cansado. Además, la inseguridad es otro factor que no permite caminar libremente. Testimonio de Édgar Sánchez