Mirar a Quito desde el Panecillo es un placer. Es el punto donde se une el sur con el centro de la ciudad. Desde este mirador, ubicado a los 3 000 metros sobre el nivel del mar, se pueden apreciar las cúpulas de las iglesias, la arquitectura colonial del Centro Histórico y los tejados de las edificaciones.
A los pies de la inmensa escultura de la Virgen de Quito corre un viento frío y hay que dar un corto paseo para ver desde lo alto hacia los cuatro puntos cardinales de la ciudad. En el Panecillo hay algunas opciones para disfrutar de un día de descanso. En los restaurantes se puede degustar de las comidas típicas y en los pequeños locales hay que comprar artesanías que representan la diversidad cultural del país. Para conocer más de historia, es necesario ingresar al museo.
De espaldas al sur y de frente al norte, la Virgen de Quito es visible desde diferentes sitios de la ciudad. Por esta época está iluminada y llama más la atención. El Panecillo es un importante destino turístico de la urbe, una loma ancestral, escogida para los ritos y ceremonias de los antepasados. Se llama Panecillo porque se trata de una elevación que tienen forma de pan pequeño.
Así, en el Panecillo hay mucho por descubrir. Cada pieza de la Virgen de Quito (que recoge los elementos principales de la pintura de Bernardo de Legarda, uno de los más importantes representantes de la Escuela Quiteña) tiene su historia y encierra un significado. No importa cuántas veces haya visitado este lugar, lo importante es que cada vez lo haga con una nueva mirada, con nuevas inquietudes y con renovadas ganas.