El torero madrileño Miguel Abellán cortó una oreja tras una buena faena y sus compañeros de cartel estuvieron a punto de hacerlo en un entretenido festejo.
La plaza de toros Quito presentó el primer llenazo de la Feria. Fue una explosión de alegría que tuvo como marco una noche fresca y un cartel atractivo para el gran público en un festejo nocturno, obligado por las circunstancias del Censo Nacional realizado el pasado domingo.
Si las corridas goyescas datan de 1954, cuando Cayetano Ordóñez las populariza en Ronda, su vínculo con el genio de la pintura,
Don Francisco de Goya y Lucientes estriba en que el maestro de Fuendetodos era amigo de Pedro Romero, mítica figura torera de Ronda. En su homenaje nacen estas corridas. Por eso los vestidos empleados recuerdan la época que compartieron el toreo y el pintor.
Pero vamos a la corrida del viernes para contar que se lidiaron toros con trapío, kilos y bien armados cuernos de Triana y Mirafuente y un sobrero de Vistahermosa que poco se prestaron para el lucimiento y fueron mansos y descastados en general, excepción hecha del buen sexto, de Triana, que humilló y repitió. Varios de los toros corridos se pueden presentar sin problemas en plazas de primera categoría de España.
El primero de Triana fue devuelto a los corrales antes de las suficientes probaturas y fue sustituido por el primer sobrero de Vistahermosa que apenas despertó tras el puyazo, y un buen tercio de El Jaro, especialmente por el buen planteamiento del torero de Madrid. Miguel Abellán templó en tres series de manos bajas y buena factura e insistió en naturales de uno en uno por el pitón por hasta que el toro le propinó un volteretón que el diestro logró capitalizar a su favor captando el beneplácito popular. Una estocada entera le valió una merecida oreja.
En el cuarto saludó con buenas verónicas. Banderilleó con espectacularidad Patatas y el cornúpeta no duró pese a la insistencia de Abellán que se volcó a matar y logró una estocada entera.
El saludo capotero de El Fandi con una larga, lances a la verónica y chicuelinas dan cuenta de su buen manejo de las telas. Pese a la cornada del domingo en Lima se esforzó para arrancar una explosión de júbilo con las banderillas, un tercio que domina con esplendor. La faena fue vibrante, de mucho aguante en los doblones iniciales, de verdad, ante un toro parado que lleva a preguntar si ¿puede existir un tremendismo puro?
Tal parece que sí. Tras un desplante de rodillas la defectuosa colocación de la espada le llevó a descabellar en dos ocasiones y todo quedó en una fuerte ovación.
El granadino saludó con templadas verónicas. La lidia de Chicote fue correcta. Y el ensayo en banderillas, vibrante en tres pares pese a un fallido violín que luego colocó con precisión. Brindis a los médicos ecuatorianos y la faena se apagó por las malas condiciones de la res. Dos pinchazos, estocada tendida y descabellos. Fuertes palmas.
La buena voluntad de Martín Campuzano fue manifiesta ante Despistado de Mirafuente, que hizo honor a su nombre y con quien planteó un trasteo de ganas con algunos muletazos de buen trazo. Pinchazo y estocada apenas tendida.
El sexto, de Triana, fue lanceado por el ecuatoriano con un entonado saludo capotero por verónicas. El quite por gaoneras fue florido y con conexión y la entrega, total.
Con la muleta inició en los medios de rodillas. Campuzano hizo una faena muy completa ante el imponente toro que repetía y humillaba y le permitió magníficas series sobre ambas manos rematadas con espléndidos pases de pecho y forzados. Tras los pases de pecho en circular fue apretado en los adornos finales. Falló con el acero escuchando un aviso. Perdió dos orejas que a buen seguro tenía conquistadas.