Empecé a vender en Santa Clara cuando tenía 14 años, en 1957. Antes trabajaba en el antiguo mercado San Francisco. Fue el primer mercado colonial donde trabajé. Tengo 76 años y siete hijos. Una parte de mi vida, 49 años, está aquí.
Fue difícil. Mi esposo se murió hace 36 años, cuando mis hijos estaban guaguas. A pesar de eso, la venta en el mercado me permitió darles educación, vestimenta y un lugar donde vivir. Ahora, ellos son profesionales.Cuando comencé, el mercado era distinto. En esa época Santa Clara tenía forma de L. Abajo, en el primer piso, funcionaban las tiendas, los locales de frutas y otros. Hubo cambios cuando Sixto Durán Ballén era alcalde. Él hizo la remodelación.
He sido tres veces dirigente de la Asociación de Comerciantes Santa Clara. La primera en 1961, la segunda cuando Rodrigo Paz era alcalde y la última hace unos 15 años.
En 1961, recuerdo, gestionábamos con empresas la donación de sillas y otros implementos para la guardería. Había unos 400 comerciantes, el 90 % mujeres. Todas éramos madres y los administradores no querían que los niños estén en los puestos.Así nos unimos y levantamos la guardería, con esfuerzo. Trabajamos duro. La actividad empezaba a las 05:00 y se terminaba a las 19:00. Se vendía bastante, por ser un mercado céntrico. En tiempo de nuestra plata ganábamos unos 1 000 sucres al mes.
Vivimos del mercado. Por eso, protestamos contra el Municipio, que tenía la intención de quitarnos los puestos.
Esto no es nuevo. Hace 30 años ya había esa intención de remodelar y cambiar la administración. Pero también nos unimos y rechazamos ese plan.
No tengo el número de veces que hemos marchado y peleado por defender nuestros intereses. Ha sido difícil. Siempre nos opusimos a que se entreguen permisos para abrir grandes cadenas frente a los mercados. Pero vea, ha sido una lucha en vano.
Administrar un mercado es complicado. Hace 25 años hubo dos directivas en Santa Clara. Había una pugna entre dos bandos. Eso pasa porque a veces hay compañeras que se dejan convencer. Hay otros intereses.
Cuando nos unimos es posible salir adelante. Por ejemplo, hace 20 años, formamos una cooperativa de ahorro y crédito de la Asociación para ayudar a los comerciantes. Fue idea de un administrador. Los chulqueros hacían llorar a las compañeras quitándoles mercadería.
La cooperativa presta hasta USD 7 000. Pero aquí todavía hay chulqueros. La cooperativa ha sido un apoyo fundamental. Recuerdo que nos unimos con todas las compañeras comerciantes para evitar que aquí no entre la gente de Mama Lucha.
Nos pasó de todo. Hasta nos robaron plata de la cooperativa. Como dirigente lloraba por lo sucedido. El doctor Asdrúbal de la Torre, un cliente del mercado, nos ayudó para poder abrir nuevamente la entidad.
En este mercado hay orden, porque se busca el diálogo con las compañeras. Cada una es responsable de dejar limpio su espacio. Desde hace 20 años el Municipio no ha hecho obras.
Todo lo que hay aquí: las sillas del salón, el piso pavimentado, el aseo en el mercado, la seguridad, entre otras cosas, se ha conseguido con el aporte semanal de USD 2 de cada comerciante. Es una cuota indispensable.
Hay 250 socios en la Asociación. Los recursos son bien utilizados. Pero también hay fraudes. Es fundamental que quienes tenemos experiencia opinemos dentro del plan del Municipio.