Verónica Moya dice que el maltrato infantil es responsabilidad de la sociedad. Cree que los cambios sustanciales necesarios nacerán de la educación.
Un estudio revela que el quiteño es intolerante con los niños e indiferente frente al maltrato infantil. ¿Cómo cambiar esta realidad?
Pasa por temas culturales. Creo que en general los adultos que reproducen esa intolerancia es porque fueron criados de esa manera. Estamos frente a un problema complejo, porque es difícil cambiar las estructuras mentales, los patrones culturales, etc. Como sociedad adultocéntrica pensamos, hacemos y decidimos lo que nosotros consideramos que es bueno para nosotros y para los niños.
¿Cuál es la responsabilidad de la familia en cuanto a la violencia contra los niños?Tratar a los niños con afecto y con respeto y comprender que no son tiempos de no escuchar a los niños, de reproducir experiencias maltratantes. Entender que estamos construyendo una convivencia más tolerante, solidaria y afectuosa. Se debe escuchar qué piensan los niños, qué desean, cómo pueden aportar al desarrollo del hogar. La familia es el espacio más cercano, donde deben empezar los cambios.
¿Cuál es el rol del docente?
Antes se decía que la letra con sangre entra y el maestro estaba autorizado a maltratar. Pero hay que cambiar la relación adulto-niño y lograr que los maestros antiguos y las nuevas generaciones acepten que deben relacionarse con los niños con buen trato y afecto. Debe aceptar que hay una ley, que así como los adultos podemos exigir, los niños tienen derechos que no podemos transgredir cotidianamente.
¿Qué podría decir un padre a un niño maltratado?
Los niños no aprenden de lo que les dicen, sino de lo que viven. Si el padre le dice al niño: “No te dejes maltratar en la escuela” y en la casa le pega, no hay coherencia. Si el niño vive en un ambiente favorable, no se dejará tratar mal ni en la escuela, ni en el bus, ni en la calle, porque sabrá que tiene derecho a que no le maltraten ni le discriminen. Hay que transmitirle seguridad, amor y autoestima.
¿Cómo corregir al niño?
Con afecto. No es que porque tienen derechos son intocables. Ellos deben estar consientes de que tienen que ser respetuosos, aprender a decir lo que sienten y respetar las reglas que toda institución tiene, incluso la familia. Hay que enseñarles en la convivencia qué cosas hay que hacer y qué no, y que hay autoridades que deben respetar y cosas que no deben admitir. Tardarán dos o tres generaciones, pero si empezamos ahora como adultos, pondremos un punto de partida.
¿Cómo actuar si vemos a un padre pegando a un niño en un bus o en la calle?
Tememos que nos digan que no es nuestro problema y que nos manden a callar, pero no importa. Hay que actuar, porque ahí habrá una respuesta social. Los cambios sustanciales se dan a través de la educación, de procesos sostenidos de sensibilización, pero mientras se da eso, hay que enseñarles a las personas que hay derechos, un código de la niñez y que hay instancias públicas que sancionan a un maltratador.
¿Cómo lograr que los niños entiendan sus derechos?
Es producto de la vivencia. Si a un niño le hablan de los derechos, pero en su casa, en su escuela, en el espacio público no se los respeta, no se convencerá de que los tiene. La difusión debe ir acompañada de un cambio de actitud. Pero además en las políticas públicas tienen que diseñarse proyectos para que los chicos logren vivenciar esos derechos. Si decimos que la ciudad es intolerante con los chicos, es un tema de los buses, los espacios públicos, de iluminación, etc.. Si se quiere cambiar esa visión, hay que acondicionar esos espacios para que los chicos puedan acceder con seguridad.
¿Cómo trabajar con el maltrato en los estratos económicos bajos?
Ese es un mito que sean los más maltratantes. Quizás en estratos carenciados se evidencie más la violencia porque son más populosos. Por eso habrá más casos estadísticamente, pero los estratos sociales medios y altos no dejan de ser maltratantes, violentos y abusivos con los chicos, solo lo ocultan más. Para disminuir la violencia se deben resolver los problemas económicos y de necesidades básicas. La pobreza per se no es la causa del maltrato infantil, pero sí contribuye.