Ayer, Carapungo se convirtió en un centro de diversiones para grandes y chicos. Seis cuadras de la avenida Luis Vaccari y sus intersecciones se cerraron al tránsito vehicular para que moradores y visitantes realicen con tranquilidad actividades deportivas como ciclismo, atletismo, artes marciales y ajedrez.
Álvaro Morrillo junto a su esposa Doris y sus dos hijas de 6 y 7 años, salió a recorrer su barrio en bicicleta. La familia empezó su trayecto en la intersección de la Río Cayambe. “Nos gustaría que todos los fines de semana se realicen estos eventos para que cierren las calles y poder pasear con los niños y mascotas.
Una cuadra más al occidente, en la Rumiñahui y calle 1, estaba instalada una carpa blanca. Allí se enseñaba a jugar ajedrez.
Antony Parra, de 11 años, y su prima Evelyn Parra, de la misma edad, aprendían las reglas del juego. Sentados en una silla de plástico, escuchaban a Verónica Villacís, de la Dirección Metropolitana de Deportes, quien les daba indicaciones en un tablero de madera. Parte de la estrategia de la instructora era que los niños conozcan la historia del ajedrez.
“Este deporte es más antiguo que el fútbol”, decía. En la carpa había otras cuatro mesas, a cargo de Carlos Días, maestro nacional de ajedrez. Allí estaban personas adultas, entre ellas Jorge Hidalgo, de 38 años. Él quería perfeccionar su técnica porque ya conocía el juego. Es su pasatiempo.
En la siguiente cuadra, de la calle Carihuairazo, estaban seis personas que practicaban karate.
Ellos ocupaban la calzada. El instructor Richard Posso les enseñaba ejercicios a los adultos para mantener un buen estado físico. Y a los niños para que desde pequeños adquieran una cultura de actividad física.
Luis Oña, vecino del sector, reconoció que entre semana no hace ejercicios por su trabajo. Por ello se sumó al grupo. Él cree que las artes marciales le sirven para bajar de peso y para conocer técnicas de defensa personal.
En el parque Lineal de Carapungo sonaban las guitarras eléctricas y baterías de la banda Conspira de Tras Metal. Allí se realizaba un concierto. Unos 10 jóvenes movían sus cabezas siguiendo el ritmo frenético de la música.
Para José Piedra, de 18 años, vestido con saco y botas negras, estos actos ayudan a que las bandas de los barrios se promocionen. Se sentía emocionado, porque era la primera vez que veía de cerca a los integrantes del grupo.
En la calle Cayambe el olor a comida atraía a los vecinos y visitantes. Allí entre ollas y bandejas se ofertaban platos como hornado con tortillas y empanadas.
Eloisa Quishpe, vendedora de hornado, estaba contenta porque de esta forma tenía más clientes.
Durante cuatro horas los vecinos de Carapungo compartieron música, deporte y comida.
Más detalles
La jornada de ayer en Carapungo fue parte del programa municipal Vía Activa.
Estas actividades se realizan todos los últimos domingos de cada mes.
El propósito es fomentar en los moradores el uso adecuado del espacio público.