Con su mano derecha tocó el vidrio de la urna, se persignó, en voz baja rezó y salió caminando despacio. Antoñeta de Játiva, de 60 años, ayer permaneció cuatro horas en el templo del colegio Don Bosco, en La Tola. Llegó a las 08:00 y estuvo sentada en la primera banca de madera en la fila derecha.
Sonreía cuando los niños, padres de familia, profesores, policías’ se fotografiaban junto a la urna donde una túnica blanca decorada con hilos dorados cubre los restos del santo nacido en Turín, Italia. “Yo siempre le digo Bosquito. He recibido cientos de milagros de él”, dijo Antoñeta.
fakeFCKRemoveLa mujer acompaña la urna con el cuerpo de cera del santo desde la llegada a la capital, el jueves pasado. Con devoción ayer volvió a estar junto a los restos. Desde temprano, llevó cirios y participó en la eucaristía que se celebró en los patios del colegio.
En este lugar los salesianos vivieron una jornada festiva. Miles de estudiantes salesianos lucieron su uniforme impecable. La organización instaló un escenario para que artistas, grupos de danza y otros colegios y escuelas invitados participaran en el homenaje a su patrono.
En la iglesia del establecimiento hubo largas filas de personas por ingresar a mirar el cuerpo del santo que luce unos zapatos negros brillantes y está recostado sobre una almohada roja.
La urna se ubicó sobre una alfombra roja; ahí dos filas de estudiantes ordenaron el ingreso de los fieles. Arrodillados, de pie y otros sentados ocuparon las bancas del templo. El altar se adornó con flores blancas y rojas.
Hubo personas que oraban en voz alta y cantaban. Pedían salud y trabajo. Un grupo de 60 estudiantes del internado Padre Antonio Bresciani de Pujilí (Cotopaxi) rezaba en quichua. Ellos salieron a las 06:30 desde su comunidad con alimentos para el día.
Pepo Piovanelli, encargado de la delegación, con un rosario en su mano insistía a los jóvenes en el mensaje sobre los valores del santo. “El legado que dejó fue para la juventud con tres palabras claves: amor, razón y religión”.
Antoñeta sonrió mientras los chicos del internado salieron despidiéndose de Don Bosco. Ella se puso de pie para mirar a todos los jóvenes que se fotografiaban junto a la urna del santo italiano.
Luego, se volvió a sentar para contar un milagro. “Mi mamacita tenía cáncer y sufría mucho. Le pedí un día viernes que le llevara al cielo. Al día siguiente, se confesó, comulgó y en la tarde falleció”.
En la puerta de salida del templo, el director del colegio Don Bosco y Spellman, Rafael Bastidas, saludó a todos los devotos que llegaron a este día especial. El sacerdote tuvo especial énfasis con los ex alumnos del colegio.
A diferencia del ambiente místico del templo, en los patios hubo bulla y alegría. Los animadores del acto insistían en el mensaje de Don Bosco y en el sitio se leía en carteles: “Me basta que sean jóvenes para que los ame”.
Los bailes, cánticos y poesías de los estudiantes fueron hasta el mediodía. Después se realizó una peregrinación por las calles alrededor del colegio. A las 14:30, la urna se instaló en los patios de la fundación para la tercera misa en honor al santo.
Los infantes y los jóvenes de los programas Acción guambras y Chicos de la calle rindieron su homenaje al patrono que les dejó el legado de “vivir alegres, estudiar y amar a Jesús”.
Luego de las 16:00, la urna se trasladó a la Universidad Salesiana, en El Girón. Antoñeta contó como secreto que seguirá a ‘Bosquito’ hasta el lunes, último día que estará la urna en la capital. “Estoy pidiendo un milagrito. Cuando se cumpla le cuento”, dijo mientras secaba las lágrimas en la piel blanca de sus mejillas.