Tres pequeñas trizaduras son evidentes en el parabrisa de la camioneta Chevrolet Luv de José Díaz. Él transita todos los días por la av. Simón Bolívar, en donde se realizan trabajos de repavimentación, desde el puente de la av. Morán Valverde hasta la av. Interoceánica.
Según Díaz, desde que empezó la obra, en julio pasado, en la vía hay residuos de ripio y granito, que saltan a los parabrisas con el paso de los vehículos. “Las llantas de los carros de adelante botan el material hacia los de atrás”.
En un recorrido realizado hoy por este Diario, se observó que en zonas como La Argelia, La Forestal, Monjas y La Loma de Puengasí, el material está desperdigado en la vía y golpea en la carrocería de los vehículos.
Además, en varios tramos, como en La Forestal, a la altura de la estación de gasolina de Petroecuador, hay desniveles muy pronunciados en la calzada. “Es un sube y baja constante”, dice Édison Garcés, quien vive en el sector de La Loma de Puengasí. Su vehículo tiene golpes y hendiduras en la parte frontal.
Los conductores deben frenar apresuradamente, porque no hay señalización que advierta que hay declives en la vía. Esto representa un riesgo porque al ser la Simón Bolívar una vía rápida, hay conductores que circulan a más de 90 km/h. Jaime Ayala, otro vecino, cuenta que ya se han registrado choques por esa causa. “Hay carros que frenan a raya y los que vienen detrás se van encima”.
En el sector de Monjas también hay riesgo, en sentido norte-sur, todo el carril izquierdo es más alto que el del medio y de la derecha. Pablo León se asustó cuando no vio el desnivel. “Pude perder el control y chocarme con otro vehículo. Es un peligro, deben poner letreros de advertencia”.
Esa señalización solo está colocada en las partes donde se realizan los trabajos, como en el sector de la Autopista General Rumiñahui. Allí está la maquinaria, hay conos anaranjados y letreros luminosos, muy visibles.
Esquivar los desniveles incrementa unos 20 minutos el recorrido de César Cevallos, conductor del bus interprovincial Tax Gacela, que cubre la ruta Tulcán- Quito. “Yo debo reducir la velocidad, porque corro el riesgo de volcarme. Siempre me demoro en llegar a la terminal de Quitumbe y no cumplo con mi horario”.
Ángel Noriega, quien vive 25 años por La Floresta, confía en que al finalizar la obra, la calzada quede uniforme y haya la adecuada señalización. “Es preferible soportar ahora los inconvenientes, siempre que nos entreguen una vía de primera”, opina.
En los tramos en donde se culminó la repavimentación tampoco hay señalización. Por ejemplo, desde el puente de la av. Morán Valverde y Maldonado, hasta un poco antes de La Argelia, la calzada es una sola plataforma, no hay las rayas que delimitan los carriles, en ambos sentidos.
Además, en esa zona, el nuevo asfalto está casi al mismo nivel del parterre central.
Para Consuelo Guerrero, una vecina, esto es un peligro para los transeúntes, porque cualquier conductor puede cruzar por el parterre. “Así no hay seguridad para los peatones”.
Por ese sector están las entradas a los barrios de San Martín de Porras y La Lucha de los Pobres. Los vecinos también se quejaron por la falta de señalización en zonas de alto riesgo.