Testimonio. Ángel Monteros.
La congestión me afecta en el estado anímico, en la salud y en lo económico. Me genera estrés, porque en el traslado hay tantos autos que así uno vaya con música y se haga a la idea de que se va a demorar, realmente se desespera, porque cada vez es más lento y complicado moverse. Uno llega de mal humor. A pesar de que es prohibido hablar por celular, muchas veces toca convertir al auto en oficina.
Yo vivía en La Occidental. En las mañanas tenía que madrugar, pero si me atrasaba un poco y venía luego de las 08:00, ya me demoraba una hora en llegar. Consumía muchísimo mi tiempo. Yo no trabajo en una empresa que me pague, si no que tengo que ser un emprendedor.
En combustible también se iba una cantidad tremenda, así que me cambié a vivir a 100 metros de mi local. Es una de las cosas que he solucionado, pero si me toca viajar mucho, llego mal genio a la casa y muchas veces genera pérdidas en los negocios.
El calor en el auto también afecta. Yo trabajo vía Internet y estimo que solo en dejar un paquete en el aeropuerto, el combustible y el tiempo me generan unos USD 100 por hora en pérdidas. Le pasa a mucha gente.
A mis hijos les puse en un colegio cercano, para ir caminando o en bus. Antes era un placer manejar, pero ahora es una tortura. Nos robaron un auto y decidimos no comprar otro. Yo no tengo problema con caminar y llego a acuerdos con mi esposa para usar el auto que nos queda.