Quito lució semidesolada

En el barrio de  San Marcos.  La calle Junín luce desierta. En las vías aledañas los vecinos jugaron carnaval  e hicieron deporte en los parques y canchas del sector.

En el barrio de San Marcos. La calle Junín luce desierta. En las vías aledañas los vecinos jugaron carnaval e hicieron deporte en los parques y canchas del sector.

La fría mañana capitalina no fue impedimento para que Francisco Zurita y sus nueve amigos jugaran carnaval y fútbol en un tramo de la calle Francia, en el tradicional barrio Loma Grande, en el centro de la ciudad. Ellos llegaron a las 10:00 hasta esa calle y con unos tubos improvisaron los arcos de la cancha y cerraron el paso de la calle. “Todos los fines de semana y los feriados nos reunimos a jugar fútbol con los amigos”, dijo Óscar Enríquez, morador

Al término del primer tiempo (15 minutos), Zurita sacó del asiento posterior de su carro una colorida pistola de agua. Con ella mojó a sus compañeros. Antes del inicio del segundo tiempo, Juan Carlos Oñarte junto con tres amigos levantaron a Zurita de las manos y pies y lo llevaron hasta una tina de agua, que previamente llenaron y escondieron detrás del automóvil de Zurita.

Las risas del grupo de amigos rompió el silencio del desierto sector. A lo largo de la calle Rocafuerte los locales comerciales permanecieron cerrados. En una cancha del barrio, un grupo de vecinos jugaba basquetbol, mientras que en el parque, cinco niños se entretenían con algunos juegos infantiles.

En el barrio vecino de San Marcos, las calles permanecieron vacías. Los museos y galerías de arte que se localizan en ese sector no abrieron al público. La iglesia, ubicada en la calle Junín, estuvo cerrada y las bancas de piedra, que rodean el templo, estuvieron desocupadas. Martha Hidalgo, dueña de una tienda de víveres, permanecía sentada en la puerta de su negocio a la espera de algún cliente. Ella comentó que las ventas bajan en los feriados. “Parece un barrio fantasma, no hay gente. Solo algunos vecinos se han quedado”, dijo.

En otro sector de la ciudad, en el barrio San Juan, los moradores aprovecharon para limpiar las fachadas de sus casas. Este fue el caso de Juan Sarmiento y su esposa Adriana Díaz, quienes con una escoba y una manguera, limpiaron las paredes y las ventanas de su domicilio. Díaz comentó que por cuestiones económicas y por evitar la aglomeración de personas en las playas del país decidieron quedarse en la ciudad.

En el mirador de ese barrio cuatro niños jugaban fútbol. “Mis padres no quisieron irse a la playa por Carnaval. Ayer fuimos a Amaguaña y hoy pasaremos en la casa”, manifestó el pequeño David Samaniego mientras jugaba.

En la casa de Luis Trujillo, ubicada en la calle Guatemala 0e 9-60, también se organizaron para limpiar la hierba de las gradas del patio y barrer la acera de la casa.

Andrea Portero comentó que por el feriado su familia prefirió quedarse en Quito. El pasado domingo fueron a un balneario ubicado en el valle de Los Chillos y asistieron a los coloridos desfiles del Centro Histórico. “La ciudad está más habitable. Las vías están descongestionadas. Así que fuese siempre”.

El Centro Histórico fue el sitio que concentró a los capitalinos y sus visitantes. Las bancas de la Plaza Grande estuvieron ocupadas, no solo por los conocidos jubilados, sino por niños, jóvenes y turistas. Ese fue el caso del chileno Franciné Giacometti. Él tomaba fotografías de la iglesia de la Catedral. Él y su grupo de amigos llegaron desde Chile en bus y su objetivo es arribar a Venezuela.

Mientras hacía fila para ingresar al Palacio de Carondelet, un pequeño le arrojó espuma de carnaval. El extranjero comentó que en su país también se vive estas fiestas con desfiles y juegos.

En la esquina de las calles García Moreno y Espejo, las personas entraban y salían constantemente. Ahí, en el auditorio Hugo Alemán del Centro Cultural Metropolitano, se desarrolló la exposición fotográfica ‘Miradas sobre Quito’. Unas 160 imágenes pertenecientes a los siglos XIX, XX y XXI se mostraron en las paredes del auditorio. Leonardo Tobar miraba, junto a su hijo Carlos de 9 años, unas fotografías del Quito antiguo. Él recordaba la antigua terminal terrestre Cumandá mientras miraba una fotografía.

Suplementos digitales