El uso indebido de la calzada para estacionarse, el aumento de la congestión vehicular y la proliferación de ventas ambulantes son los nuevos problemas en tres sectores del norte de la ciudad, donde ahora funcionan los juzgados penales, civiles y de la Niñez.
Así lo reconoce Isabel Yépez, quien reside desde hace 12 años en la calle El Telégrafo, entre De los Shyris y 6 de Diciembre. Frente a su vivienda está el edificio donde se instalaron los juzgados de lo Civil (del I al IX). “Ahora se ve a más personas caminar apresuradas por las aceras. Muchos visten ternos, llevan maletines y algunas carpetas en la mano”.
En las afueras del inmueble hay un estacionamiento para seis vehículos. A las 09:40 del pasado jueves, Enrique Molina llegó hasta este sitio para consultar el avance de la sentencia de su divorcio. El hombre de 29 años quiso parquear su camioneta doble cabina en uno de estos sitios, pero los dos guardias que custodian el lugar no se lo permitieron.
“Caballero, tenga la bondad de retirar el carro, el sitio es exclusivo para los jueces “, le dijo el encargado de la seguridad. “¿Dónde puedo estacionar?”, preguntó Molina. De inmediato, el uniformado contestó: “No sé, aquí no hay parqueaderos”.
Mientras Molina avanzaba por la calle El Telégrafo, buscando un sitio para estacionar su auto, Yolanda Cañas comentaba que desde el pasado 15 de octubre (en esa fecha se produjo el traslado de los juzgados), el ritmo de vida cambió en el sector. Ella es dependiente de la cafetería Loco Cafetil, ubicada en esa esquina.
“Ahora no hay espacio en la calzada. En los dos costados hay vehículos estacionados. El ruido, los pitos de los carros y el esmog llegaron junto con los juzgados. Además no hay estacionamientos ni servicios higiénicos”, aseguraba.
A pesar de que las ventas en su negocio aumentaron, la mujer de 39 años comentaba que el 50% de las personas que llegan al local va a pedir el baño. Al mediodía del jueves último, Susana Mendieta salió apresurada del edificio judicial, junto con su hija de 5 años, y llegó hasta la cafetería para pedir que le prestaran el baño.
“Esto es lo más común. Me iría bien, si cobrara por el uso del servicio higiénico”, comentaba entre risas, sin parar de preparar los almuerzos. Hasta antes de la llegada de los juzgados, abría la cafetería a las 10:30, vendía un promedio de siete desayunos diarios y no ofrecía almuerzos. Ahora, atiende desde las 07:00 y vende más del doble de desayunos.
Luis Cando, Ernesto Peralta y Augusto Terán, trabajadores judiciales, llegaron al local. Ellos contaban que aún no tienen un lugar definido para comer. “El cambio también es nuevo para nosotros. En La Alameda teníamos una tarjeta de consumo y nuestra casera ya nos conocía”.
En otro sector de Quito, en la av.10 de Agosto, entre Pereira y Arízaga, el movimiento es menor. No hay un letrero que anuncie la atención en los juzgados penales. A una cuadra del edificio no hay restaurantes ni cafeterías, solo una tienda de abastos donde llegan a preguntar por almuerzos.
Dos guardias custodian el ingreso a los despachos. Ellos están pendientes de quiénes ingresan o merodean el lugar. Sobre la acera de la 10 de Agosto permanecía estacionado un patrullero y un vehículo sin placas. “Estas imágenes son comunes”, decía la vecina Karla Quinteros. “La continua presencia de la Policía que traslada a algunas personas de dudosa procedencia ha traído miedo al sector. Me siento insegura”.
Liliana Flores, aprovechando el traslado de los juzgados, abrió un restaurante en la esquina de las calles Pereira y Amazonas. “Creí que iba a ser un buen negocio, pero nuestros únicos clientes son los maestros de las mecánicas y uno que otro transeúnte. Estamos pensando en cerrar”.
En donde sí han aumentado las ventas ambulantes es en la intersección de las avenidas Amazonas y De la República. Allí funcionan los juzgados de la Niñez. Mujeres con canastos de frutas y chochos y otras con bandejas de espumilla, se ubican en el ingreso, en busca de clientes. Allí, la venta de golosinas es estratégica porque los usuarios del servicio llegan con menores de edad. La comerciante Ana Llumiquinga asegura que la venta es buena.
La permanencia de los despachos judiciales en estos sectores es provisional. Está previsto que en las próximas semanas empiece la construcción del complejo judicial en el sector de El Pedregal, en La Pulida.
Hasta tanto, Isabel Yépez dice que tendrán que adaptarse a las nuevas molestias. Ella se queja todos los días porque parquean autos de desconocidos en el ingreso al garaje de su casa.