Desde el centro de Tumbaco al redondel de Las Bañistas, en Cumbayá, hay 5 kilómetros de distancia. Recorrer este tramo por la av. Interoceánica normalmente toma entre cinco y ocho minutos, pero en las mañanas, entre las 07:00 y 09:00, el tiempo de viaje se extiende hasta media hora. La razón: la congestión vehicular.
Según Rocío Elkin, vecina del sector, se forman filas interminables de vehículos, en especial los lunes. El punto más conflictivo es en el redondel. Para circunvalarlo se requieren 15 minutos. “Todos los redondeles de la ciudad deberían desaparecer, solo sirven para trabar más el tránsito”.
En ese redondel, la Empresa Pública Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas (Epmmop) planifica construir un paso deprimido. No hay fecha definida para el inicio de las obras. Según un comunicado, la entidad “se encuentra en etapa de coordinación con todos los actores involucrados para proceder a la intervención en esta zona”.
Blanca Sacancela, vicepresidenta de la Junta Parroquial de Cumbayá, asegura que faltó debatir la propuesta con los vecinos. “Es incoherente que esta intervención se realice sin que se haya construido la Ruta Viva”.
Con ese pedido coincide Fernando Endara, presidente de la Corporación de Comunidades del Valle. Para él, sin la Ruta Viva (vía de acceso al aeropuerto de Tababela), no habrá por dónde desalojar a los vehículos mientras se ejecute la construcción del intercambiador. “Nos ahogaremos más en los trancones. Hasta ahora, el Municipio no ha presentado un plan vial para la zona”.
Según la Epmmop, el fin es mejorar el tránsito vehicular, pues el redondel, que funciona desde hace cuatro décadas, ha superado su capacidad. Por allí circulan diariamente 10 000 automotores, según el Municipio.
Los trancones que se originan en el redondel también se extienden a las otras vías como la Francisco de Orellana y la Diego de Robles (ingreso a la Universidad San Francisco de Quito, USF).
Diego Oñate, estudiante de Economía de la USF, viaja todos los días desde el sector de Solca. Está resignado a soportar a diario las filas de carros que se forman desde el puente de Guápulo. “En cruzar ese tramo me demoro unos 20 minutos, normalmente deberían ser máximo cinco”.
La Francisco de Orellana es una vía angosta y adoquinada, hay tramos que tienen huecos y los adoquines están fuera de lugar.
De 08:00 a 09:15, los trancones se forman en la calle Diego de Robles, por el ingreso de los estudiantes a la USF. Las bocinas suenan con insistencia, hay una fila desde la puerta de la universidad, cruza el redondel y alcanza las avenidas aledañas.
El miércoles pasado, los policías Byron Jácome y Cristian Salcedo controlaban que los conductores no se estacionen ni se demoren frente al centro educativo. Según Jácome, hay filas de hasta 200 metros. La situación se agrava, explicó Salcedo, porque los semáforos no están sincronizados, por ejemplo, los del sector de El Cebollar.
Para Francisco Romoleroux, vicepresidente de la Corporación de Comunidades del Valle, cuando se inicie la construcción del intercambiador, la opción de los conductores será desviarse por calles angostas y en mal estado, no aptas para soportar el flujo de vehículos. “Será de ir por San Juan, pero ese sector ya está caotizado y no aguantará más carros”.
En la tarde, desde las 17:00, el problema es similar. César Díaz, conductor de un auto blanco, tomó la av. Guayasamín para llegar a Cumbayá. Se demoró 30 minutos más de lo previsto, porque desde el sector de Miravalle hubo un trancón. “Los carros no se movían. Fue desesperante”.
La construcción del intercambiador ha generado opiniones a favor y en contra. Para Álex Mera, quien vive en el barrio Jacarandá y circula todos los días por el redondel, sería una alternativa para que el tránsito fluya más rápido. Pues hay ocasiones en las cuales se debe esperar hasta cinco minutos sin moverse”.
El 2 de marzo pasado, los propietarios y trabajadores de los centros comerciales aledaños realizaron un plantón. Ellos rechazaron las supuestas expropiaciones de los predios donde funcionan los parqueaderos. Si eso ocurre, el número de plazas se reduciría en un 50%. En esa ocasión, Elena Borja, presidenta de la Plaza Cumbayá, indicó que unas 1 200 familias se perjudicarían por la falta de empleo.
Actualmente, el redondel de Cumbayá es el principal enlace entre Quito y las parroquias orientales de Cumbayá, Tumbaco, Puembo, Tababela, Checa, Pifo, Yaruquí y El Quinche.
Para la Junta Parroquial de Cumbayá y para la Corporación de Comunidades del Valle, que se oponen a la construcción del intercambiador antes de que se inaugure la Ruta Viva, es urgente que las autoridades municipales presenten la planificación vial para esa zona y un cronograma de obras a ejecutarse.
Entre los dirigentes de las dos organizaciones también hay el temor de que con la inauguración del nuevo aeropuerto las vías de acceso a Cumbayá y Tumbaco se caoticen más, ante la falta de una vía directa para llegar a la terminal aérea. Las autoridades municipales han reconocido que la vía Collas-Tababela estará lista un año después de que empiece a operar el aeropuerto.
Las rutas alternas
Una vía alterna para llegar y salir de Cumbayá es la De los Eucaliptos. Esta tiene cuatro carriles y recientemente fue repavimentada, está señalizada. Se continúa por la calle Aurora Estrada (de dos carriles) y la Bernardo de Legarda (pavimento viejo), es conocida como la ruta a San Juan. Esta vía conecta a la av. Simón Bolívar y desde allí se puede tomar al norte o sur de la ciudad. Desde Cumbayá a la Simón Bolívar hay 3 km.
Una segunda vía es la av. Guayasamín o Interoceánica. También se sale a la Simón Bolívar y hay 5 kilómetros. Esta carretera está en buen estado, pero hay trancones, en especial en el sector de Miravalle.
En las horas pico, en las dos rutas se traba el tránsito. En los tramos más críticos suele haber control policial, pero no es suficiente para aligerar el tránsito.