La destrucción de mallas de protección, cerramientos ornamentales, tachos de basura y rótulos que anuncian las paradas de los buses es más evidente. Luego de las fiestas de la ciudad, en los talleres del Municipio hay más ajetreo por las reparaciones.
Ayer, con una lija, Geovani Catota sacaba el óxido de un tacho de basura que estaba en reparación en el taller de la Gerencia de Espacio Público del Cabildo.Como parte del programa Quito Limpiecito, en noviembre, el Municipio inició la instalación de 2 100 basureros en varios sectores de la urbe. En menos de dos meses, unos 50 tachos fueron destruidos y retirados para su reparación. 15 empresas privadas invirtieron USD 420 000 en el proyecto.
Pero los contenedores metálicos no son los únicos elementos del mobiliario urbano que están maltratados. A lo largo de la avenida Amazonas, en La Mariscal, al menos una decena de jardineras está destruida.
Los cercos ornamentales, que fueron construidos con madera, aparecieron destrozados al día siguiente del desfile de Luces y Colores, el pasado 6 de diciembre. Así lo recuerda Clara Imacaña, quien atiende un quiosco de venta de golosinas a la altura de la calle Ramírez Dávalos.
Los grafitis sobre este y otros quioscos también son muestras del irrespeto a los bienes públicos. “La gente se sube a los techos de los quioscos y los dañan. Este fin de semana tuve que subir para sacar la basura que lanzan y para arreglar las goteras”.
En la Plaza de los Presidentes, en la Jorge Washington, hay dos bancas que no tienen asientos. Las estructuras metálicas desaparecieron y el mobiliario perdió su utilidad. Para José Defaz, quien llegó desde Manta, la destrucción de estos elementos daña la imagen de la ciudad.
Juan Córdova, jefe de mantenimiento de la Gerencia de Espacio Público, asegura que la falta de educación de la gente, el vandalismo y los accidentes de tránsito son las principales causas de la destrucción del mobiliario urbano.
Augusto Tapia, un peatón, reprocha la actitud destructiva de algunas personas. Para él, hace falta un control riguroso y sanciones severas para quienes cometen este tipo de atentados contra los bienes públicos.
“No solo las paradas, tachos y jardineras están destruidos, también hay gente que se dedica a cortar los árboles y a arrancar las plantas de las vías”.
Córdova estima que solo en el 5% de los casos de destrucción de los bienes públicos hay una sanción. “Principalmente, cuando se trata de accidentes de tránsito, en el parte policial se detallan los bienes destruidos y se puede cobrar al infractor”.
En la esquina de las avs. Colón y 6 de Diciembre, una malla de protección está retorcida. Beatriz Saavedra, quien tiene un puesto de ventas frente al Hospital Baca Ortiz, no sabe qué pasó con la rejilla. Para ella, los fierros retorcidos se convirtieron en un peligro para los peatones.
En el parterre de la av. Mariscal Sucre, en el sur, la destrucción de los árboles recién sembrados es común, al igual que los rayones y garabatos de pintura en las paradas de los buses.
Una vez que termina de limpiar el óxido, Catota pinta los tachos refaccionados antes de que vuelvan a ser instalados.