Vivir mi libertad es primero ser íntegro con uno mismo y desde esa concepción vivir con el pensamiento de que libertad es poder hacer lo que uno cree que tiene derecho a hacer, por supuesto respetando a los demás.
Cuando hago lo que me gusta y nadie me impone lo que tengo que hacer es cuando puedo sentirme libre. En mi caso, cuando trabajo en restauración hago lo que siempre he querido, no es cuestión ni siquiera de determinar precios o saber cuánto voy a ganar, porque simplemente lo hago porque es lindo hacerlo.
Me gusta trabajar en los jardines y el sonido del agua, todo es eso también es libertad. Además de restauración, hago diseño de interiores. Incluso trabajé en mi propia casa, lo cual me hizo sentir completamente renovado a mí también.
Si en algún momento me llegan a poner limitaciones o impedimentos para hacer algo, sentiría que mi libertad está anulada. Gracias a Dios no me ha pasado.
Mis tareas cotidianas me ayudan a apreciar las cosas, pero con un valor sentimental más que racional.