María Amelia Viteri considera que en la familia y en la escuela se debe tratar el tema de la diversidad sexual de manera más responsable y abierta
Según una encuesta de la ONG Corpovisionarios, liderada por el ex alcalde de Bogotá Antanas Mockus, la mayoría de quiteños es intolerante con los homosexuales. ¿Cuál es su lectura?
No me extraña. La ciudad, a pesar de haber crecido a ritmo acelerado, todavía mantiene una forma de pensar basada en conceptos religiosos y conservadores. Hay que reconocer que en la ciudad existe una homofobia.
¿Cuáles son los efectos de esa intolerancia?
Socialmente produce un efecto negativo. Si se maneja un discurso de inclusión social y de ciudadanía universal, debería haber un espacio físico para todas las personas. Vivimos en comunidad y en una ciudad no se puede clasificar y separar a los habitantes por grupos. Estamos en constante interacción.
También hay rasgos de violencia y temor…Es otro efecto. No obstante, en Quito hay muchos más espacios que en otras ciudades para poder ejercer una libre identidad de género. Pero todavía hay penalización y discriminación por parte de la familia, iglesia, educación. Es difícil para las personas GLBT ejercer libremente su identidad.
¿Incluso así, gente de otras provincias vienen a la ciudad para vivir su identidad?
En Quito hay organizaciones de base y sigue siendo el centro de los intelectuales y los estudios sociales. Es una ciudad donde hay lugares exclusivos para su integración. Y esto es ajeno en otras provincias. La diferencia con Estados Unidos o Europa es que allá los habitantes viven una individualidad y se respeta al otro.
¿Y qué sucede en Quito?
En Quito y en América Latina la familia es el núcleo de la sociedad. Y es ahí donde se generan los primeros significados de lo que es ser hombre y mujer. Se construyen los primeros estereotipos y prejuicios. La familia de papá, mamá e hijos es vista como el único núcleo e ideal de la sociedad.
En esta instancia, ¿qué se puede hacer?
Una de las recomendaciones es el conocimiento propositivo que permita ver cómo funcionan las identidades sexuales e incluir estos temas dentro de las conversaciones familiares. Lo masculino y lo femenino son una construcción cultural. Desde Occidente se entiende que hay sólo dos posibilidades de sexo. Sin embargo, en el área de Manabí, en la comunidad precolombina de los Enchaquirados, la homosexualidad era celebrada. Como lo es todavía en algunas comunidades nativas americanas en el norte de EE.UU., o en la comunidad Muxe de Juchitán, México.
Educar a los niños sobre la diversidad sería otra buena opción…
El cambio está desde los niños. Mi hija Simonne, que tiene 11 años, por mi trabajo como antropóloga ha estado expuesta a diferentes comunidades desde que ha sido pequeña. Ella creció pensando que el mundo era inclusivo. A los 6 años descubrió que estas minorías eran discriminadas. Se preguntaba ¿por qué? Con ella he realizado un proceso con libros y con testimonios, le hablo del tema como algo normal. Ahora es una niña sin prejuicios, abierta e inclusiva.
¿La religión tiene algo que ver en esto?
No creo que exista un Dios que hable de una exclusión. En el discurso de la religión cristiana hay una mala interpretación del legado de Jesús. Él era el más incluyente, en especial con las minorías. En los sermones se debería hacer reflexionar a los personas sobre las minorías y su inclusión.
En el sistema educativo, ¿qué opciones habría?
En esta instancia se consolidan y validan los prejuicios generados dentro del hogar. Por ejemplo, los niños que no juegan fútbol, no le gustan los deportes, o son más sensibles, son excluidos y tachados como afeminados, maricas, hijos de mami. El cambio de comportamiento es más fácil a menor edad. Sería un buena opción incluir en el currículo el tema de la diversidad sexual y las identidades de género. Ahora estos temas son invisibilizados.
En la Constitución se garantiza el pleno goce de los derechos colectivos. ¿Qué otros mecanismos se podrían promover?
La incidencia del Estado puede ser en la educación, salud y trabajo. Generando mecanismos de inclusión mediante la aplicación efectiva de leyes. También es necesaria una igualdad de derechos a escala jurídica para llegar a un reconocimiento ciudadano.