En Sangolquí no solo se ofrecen hornados y cuyes, a quienes deciden darse una licencia para no comer en casa. Mónica Villagómez agregó un nuevo ingrediente a la gastronomía local: la carne de avestruz. Ella prepara hamburguesas, que se van convirtiendo en un referente de la comida rápida en este sector.
Se las puede encontrar en el restaurante Las pailas de mi abuela, ubicado a 1 km del redondel de El Colibrí, en dirección a Amaguaña, al suroriente. Las personas que llegan al local lo hacen atraídas por un cartel en la av. General Rumiñahui, donde sobresale la cabeza del ave considerada como la más grande del mundo.
“Siempre hay un arriesgado que la pide”, asegura Villagómez. Y así, cuando del grupo de comensales uno pide la hamburguesa, el resto la prueba y luego piden otra. El potaje se lo acompaña de papas fritas y salsas. Hay simples y dobles, con queso, a USD 4 y 5, respectivamente.
Para la propietaria del establecimiento, la carne de avestruz es similar a la de res. Y no solo en su sabor, también en su color. “La mayoría cree que va a comer carne blanca y hasta me piden pechuga, pero no hay”.
Marcela Tobar, clienta del establecimiento, cuenta que la primera vez que comió la hamburguesa lo hizo con temor. “No podía dar la primera mordida, tenía dudas del sabor”. Sin embargo, cuenta que cuando ya la comió le gustó y ahora visita el local frecuentemente. “Cada cierto tiempo me da antojo y no me resisto”.
Según Villagómez, la carne que se aprovecha del ave, que llega a medir hasta 3 metros y pesar 180 kilos, es de las patas y las pospiernas. En el pecho solo hay huesos. La carne se la importa de México y Perú. Cada kilo cuesta USD 25.
La propietaria señala que muchos clientes, que por primera vez llegan a su establecimiento, piensan que allí mismo faenan las avestruces. La razón: atrás tiene una granja con cuatro aves de ese tipo. “Son mis mascotas y tienen nombre: Primoroso, Ambateñita, Noel y Noela. Esas avestruces no son parte de la receta”, afirma entre risas.
Esthela Padilla llega con frecuencia al local para consumir la bandeja de avestruz, por sugerencia de una amiga, quien le comentó que la carne es saludable. Para ella, la principal ventaja de comer este plato es que tiene el sabor muy parecido al de pollo. La primera vez que llevó a su casa no les hizo saber a sus hijos que era carne de avestruz, hasta que terminaron de servirse.
“Yo también compro carne cruda para prepararla a mi gusto. Evito hacerlo muy seguido por su costo, es cara”, comenta.
Villagómez dice que comer la carne de avestruz no solo es cuestión de moda, sino de salud. Según los cuadros nutricionales es baja en calorías, colesterol y grasa al mismo tiempo que proporciona una gran cantidad de proteínas. Además, por ser baja en sodio y rica en hierro es ideal para los anémicos.
Ahora, en el restaurante Las pailas de la abuela, aparte de las hamburguesas ya se ofrecen otros dos platos: cariucho y churrasco de avestruz. La presentación es similar a los tradicionales, pero más de un comensal asegura que el sabor es diferente, que la carnes es así como más seca.
Crianza y precios
Las avestruces que están en la granja de Villagómez ponen hasta 40 huevos al año. Cada uno cuesta USD 15. En la vía a Píntag también hay un criadero de avestruces. Allí venden su carne.
Para que se pueda consumir la carne de la avestruz, no debe tener más de un año y medio de edad. Pasado ese tiempo se siente un tufo y se hace dura.
La cáscara del huevo de estos animales también son utilizados con fines decorativos.