La Guaragua o cielo alto tachonado de estrellas

Un pasacalle, un restaurante, un barrio o una calle es lo primero en que piensan los vecinos del Centro Histórico cuando escuchan la Guaragua.

Sebastián Carrera, taxista, dice que si algún pasajero le pide ir a la Guaragua, lo lleva a la calle Galápagos, entre Vargas y Guayaquil.

En una de las paredes de ese pasaje hay un letrero con la leyenda ‘Calle de la Guaragua’.

Pero Luciano Andrade Marín, en su libro ‘La lagartija que abrió la calle Mejía’, asegura que el pasaje de la calle Galápagos no es la famosa Guaragua.

Según él, en los antiguos mapas de la ciudad, la Guaragua aparece como un callejón que va, de sur a norte, desde las murallas del convento de El Carmen, en la calle Manabí, hasta la Galápagos.

De acuerdo con esos mapas, la Guaragua sería la que hoy lleva el nombre de calle Vargas. En el siglo XVIII, esta subida solo alcanzaba dos cuadras y media. “Cielo alto tachonado de estrellas”, es la traducción que hace Andrade Marín de la palabra guaragua.

La gente tal vez le puso ese nombre por la vista de la antigua ciudad que se tenía desde ese mirador natural.

El nombre de la calle Vargas aparece por primera vez en la nomenclatura de 1894. Hasta 1960, por allí pasaba el ganado bravo que llegaba a la plaza de toros Arenas, en la Galápagos. Lugar donde actualmente funciona un peculiar mercado de pulgas.

Hoy, los negocios de comida, imprentas, zapaterías y locales de cerámica se alternan entre las casas de estilo colonial, que se han conservado en el tiempo.

Por esta vía circulan 10 líneas de transporte público y los vehículos livianos que se dirigen al norte. El esmog que se respira hace difícil caminar por esta cuesta, una de las últimas del Centro Histórico, antes de conectarse a la llanura del norte.

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