Daniel Vásconez. Estudiante de Arquitectura.
Si en la actualidad el gallo de la Catedral se propusiera asustar a los borrachitos, lo haría en la recientemente rehabilitada plazoleta de la Iglesia de Santa Clara, en las calles Cuenca y Rocafuerte del Centro.
En ese lugar tendría bohemios para escoger en cada esquina, especialmente los domingos. Allí les daría un escarmiento y también a los funcionarios del Municipio, que permiten que conviertan a la plaza en una cantina.
El gallo abandonaría su tradicional sitio en la Catedral debido a que los policías Municipales no le dejarían cantar sin permiso.
El borrachito seleccionado por el ave debería estar constantemente huyendo de la Policía, pues infringiría la orden oficial al comprar bebidas alcohólicas en domingo y fuera de la hora establecida por la Intendencia, y la Ley por beber en vía pública. Además, el gallo le haría competencia a otro gallo que pretende dar escarmiento en distintos ámbitos desde su gallera en Carondelet.
Esto podría ocasionar una pelea de gallos clandestina o una demanda legal que termine con el gallo preso.
Si algún beodo intenta lanzarle piedras o proferirle insultos al ave, los organismos defensores de animales saldrían inmediatamente para precautelar la integridad del pobre gallito.
Al ver que se trata de una broma de amigos, el gallo, el borrachito y la Policía Municipal, regularizarían al gallo y le entregarían una identificación para que pueda seguir cantando en su Catedral, a partir de las 5 de la mañana.